Prefacio

 

En El Capital —la obra de su vida— Marx nos ofrece un análisis del sistema de relaciones de producción capitalistas. Los tres tomos de esa admirable obra están consagrados a investigar las leyes que regulan el surgimiento, desarrollo y caducidad de las relaciones de producción capitalistas. Empero, el primer tomo ocupa un lugar especial en el con­junto de la obra. En el tomo I Marx devela la esencia del modo de producción capitalista.

En la sección séptima —última del tomo I— se analiza el proceso de acumulación del capital. Como una continua­ción directa de la investigación de la esencia de las relacio­nes de producción capitalistas, la sección séptima culmina el análisis expuesto en las seis secciones precedentes.

Sabido es qué el modo capitalista de producción descansa en la disociación entre el productor de bienes materiales y los medios de producción, en la transformación de aquél en obrero asalariado. Esa disociación del productor respecto a los medios de producción y la aparición de la producción capitalista, transcurren sobre la base del desarrollo de la producción mercantil simple. La producción capitalista, surgida de la producción mercantil simple, no solamente conserva la forma mercantil, sino que la convierte en la forma universal y dominante de producción. Pero debido justamente a la universalidad de la forma mercantil de pro­ducción, la esencia de las relaciones de producción capita­listas aparece tergiversada en la superficie de los fenóme­nos. Así por ejemplo, las relaciones de explotación y some­timiento pleno del obrero respecto al capitalista aparecen en la superficie de los fenómenos de la sociedad capitalista como relaciones entre poseedores de mercancías, iguales e independientes. Las relaciones existentes entre obreros y capitalistas como clases que transcurren en un proceso unido e interno de producción se exteriorizan como relaciones en­tre obreros y capitalistas independientes, en actos de pro­ducción aislados.

El análisis de la producción de plusvalía ofrecido en las sec­ciones anteriores del tomo I, nos develó la naturaleza de las relaciones de producción capitalistas ocultas tras la forma mercantil, nos mostró que los capitalistas, propietarios de los medios de producción, se apropian los resultados del trabajo no retribuido de los obreros asalariados en forma de plusvalía. En las seis secciones precedentes, el análisis tenía por objeto descubrir los secretos de la explotación capitalista y desentrañar el carácter antagónico de esas relaciones de producción. Por eso bastaba con enfocar la producción capitalista como un acto aislado. En esa etapa Marx prescinde de la continuidad del proceso de produc­ción, así como de la interdependencia y condicionamiento mutuo de sus actos parciales.

Justamente por eso, allí no se pudieron analizar las rela­ciones de producción capitalistas en su desarrollo continuo y, por ende, no se pudo ofrecer un análisis de las leyes que regulan el desarrollo de esas relaciones, como relaciones clasistas.

Empero, el modo capitalista de producción y la producción de plusvalía, que constituyen la base y esencia de la explota­ción capitalista, no pueden ser tomadas como algo osificado e inerte. Lenin decía refiriéndose a la esencia de los fenó­menos que “no solamente los fenómenos son transitorios, móviles, fluctuantes, separados solamente por límites con­vencionales, sino que también lo es la esencia de las cosas”.[1]

En la sección séptima, la meta fundamental es, precisamente, analizar el desarrollo de la esencia misma del modo capita­lista de producción, es decir, mostrar el desarrollo de la propia producción de plusvalía y la agravación del antago­nismo clasista para descubrir las leyes y tendencias funda­mentales que gobiernan el avance de este modo de pro­ducción. Esta etapa del análisis exige que se investigue el modo capitalista de producción como un proceso continuo y no como un acto aislado.

La continuidad del proceso de producción es condición vital en toda sociedad. La producción capitalista no elimina las leyes generales que regulan la producción. La sociedad capi­talista, como todas, no puede dejar de consumir y por tanto, de producir. “Todo proceso social de producción conside­rado en sus constantes vínculos y en el flujo ininterrum­pido de su renovación es, al mismo tiempo, un procesa de reproducción" (Pág. 512.)

Marx señala que las condiciones de producción constituyen también la esencia de las condiciones de reproducción. Y eso se refiere tanto a las condiciones materiales como a las sociales.

Al igual que la producción, la reproducción presenta dos facetas: una material y otra social. Por lo tanto, la repro­ducción es, de una parte, reproducción de las condiciones materiales de producción y, de otra, reproducción de las rela­ciones sociales de producción de los hombres.

Bajo el capitalismo la reproducción transcurre en forma de acumulación del capital, por ello el objeto de análisis de la sección séptima lo constituye la reproducción capitalista que reviste la forma de acumulación del capital, y se titula “Proceso de Acumulación del Capital”.

El desarrollo general del análisis de la producción capita­lista en el tomo I de El Capital, es decir, el examen de la producción capitalista, primero como un acto aislado y des­pués como proceso de reproducción, ha sido subrayado por Marx: “En el libro I hemos analizado el proceso capitalista de producción, tanto de por sí como en cuanto proceso de reproducción: la producción de plusvalía y la producción del propio capital.”[2]

Así pues, en la sección séptima, Marx prosigue el análisis de los problemas fundamentales que fueron estudiados al investigar la producción de plusvalía. Sólo varía el aspecto de la investigación. En esta sección, los problemas ya no son examinados desde el ángulo de la producción, sino des­de el ángulo de la reproducción, observando la misma con­tinuidad lógica aplicada al análisis de la producción de plusvalía.

Marx comienza el análisis de la reproducción capitalista develando su esencia. (Cap. XXI, Reproducción simple.) De ese modo los problemas tratados en el análisis de la producción de plusvalía en general, son desarrollados aquí. Marx enfoca la acumulación, primero como acumulación simple, es decir, como simple incremento del capital, pres­cindiendo de las mutaciones técnicas y estructurales que sufre la producción capitalista. (Cap. XXII, Conversión de la plusvalía en capital.)

Seguidamente, del mismo modo que tras el análisis de la producción de plusvalía absoluta Marx investiga la pro­ducción de plusvalía relativa, estrechamente vinculada al desarrollo de las fuerzas productivas, en la sección séptima, al análisis de la acumulación simple le sigue el de la acumu­lación capitalista cuando tiene lugar un aumento de la com­posición orgánica del capital, expresión del avance de las fuerzas productivas. (Cap. XXXII, Ley general de la acumu­lación). Esa acumulación precisamente, es la típica para la reproducción capitalista.

Después de examinar correlativamente las dos formas, los dos métodos de producción de plusvalía, Marx las analiza como un todo único. Del mismo modo, aunque en otra rela­ción, en el análisis de la acumulación Marx nos muestra la similitud y diferencia entre dos métodos de acumulación: la basada en el uso desmesurado de la violencia y aquella otra que se mueve sobre su propia base capitalista, (Capí­tulo XXIV, La llamada acumulación originaria.)

Por último, a semejanza con la teoría de la plusvalía que culmina con la sección sexta, “El salario”, que revela la mixtificación de ese proceso, la teoría de la acumulación del capital culmina con el desenmascaramiento de la mixti­ficación del proceso de acumulación. (Cap. XXV, La moder­na teoría de la colonización.)

La producción de plusvalía y la acumulación del capital son analizadas en el ámbito del tomo I de El Capital. Marx se abstrae del proceso de circulación del capital y del proceso en que la plusvalía se fracciona en diferentes partes que van a parar a diversos grupos de capitalistas. Por eso en la sección séptima del tomo I Marx analiza la acumulación únicamente como un momento del proceso directo de pro­ducción.

Culminando el análisis de la esencia del modo de producción capitalista, Marx formula los postulados y conclusiones fun­damentales de su doctrina económica. Marx fundamenta con hondura científica el carácter histórico, transitorio del modo capitalista de producción, su desaparición ineluctable como resultado de la revolución proletaria; muestra el papel histórico que está llamado a desempeñar el proletariado como sepulturero del régimen capitalista y como creador de la nueva sociedad socialista.

La producción capitalista conserva la forma mercantil que oculta la explotación y el antagonismo de las clases. Por esa causa las relaciones entre obreros y capitalistas aparecen, según indicamos, como relaciones entre poseedores iguales de mercancías. El análisis de la producción de plusvalía demostró que las relaciones entre capitalistas y obreros se basan en un intercambio aparente de equivalentes, pero, en rigor, son relaciones de explotación.

El hecho de que la forma mercantil de producción vele la explotación capitalista y la agudización del antagonismo de las clases dio pie a los economistas burgueses para amañar una infinidad de “teorías” sobre la armonía de intereses de clase y la perpetuidad del capitalismo. Esas “teorías” tien­den a desvirtuar la esencia de las relaciones de producción capitalistas para desorganizar y desviar a la clase obrera de su lucha contra el capital. Justamente por eso, Marx com­bate intransigentemente en la sección séptima esas teorías, demostrando su inconsistencia y su carácter apologético.

De igual manera que en las seis secciones precedentes Marx crítica ante todo las teorías burguesas que desnaturalizan la explotación capitalista, aquí arremete con fuerza contra las teorías burguesas que desvirtúan la esencia de la acumu­lación del capital, es decir, la agudización de las contradic­ciones de la sociedad capitalista y las tendencias de su des­arrollo.

Ese análisis rigurosamente científico de la acumulación del capital permite a Marx mostrar paulatinamente, en base al desarrollo de las categorías económicas, el proceso de desa­rrollo y agudización de las contradicciones del modo capi­talista de producción y la acumulación de las premisas obje­tivas y subjetivas que habrán de conducir a su desaparición inevitable.



[1] V. I. Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 245, Ed. Política, La Habana 1934. (La bibliografía que ofrecemos al lector presenta ciertas alte­raciones en su traducción, P. E.: la palabra fenómenos, está sustituida por apariencias; fluctuante, está sustituida por fluidas, etc., pero en lo fundamental, la traducción no cambia el sentido concreto de lo expresado por el autor en el párrafo que citamos.)(N. la E.)

[2] C. Marx, El Capital, t. II, secc. III. Cap. XVIII. pág. 334. Ed. Venceremos. La Habana. 1965. (N. de la E.)