El marxismo enseña a la clase obrera a ser clase para sí

La unión de las dos mentes más poderosas que ha dado el género humano, Marx y Engels, ha realizado unos descubrimientos de tal magnitud que han cambiado fundamentalmente el curso de la historia.

Marx y su entrañable camarada evidenciaron que para sanar y erradicar definitivamente los dolores de la Humanidad son absolutamente insuficientes los buenos sentimientos sino van acompañados del uso más riguroso de la ciencia. Ojalá en nuestra Venezuela se hubiesen leído a tiempo las diatribas de Marx contra los socialistas utópicos del siglo XIX. Nos hubiese ido mejor en enrumbar la economía.

Al descubrir la ley fundamental de la Historia y la ciencia que estudia la Historia, Marx descubrió también que una clase social está llamada a destruir para siempre la sociedad de la explotación y la opresión y construir la sociedad socialista camino a etapas superiores de igualdad. Esa clase es la proletaria, los trabajadores que no disponen de otra cosa más que su fuerza de trabajo y a quienes el capitalismo extrae la plusvalía.

Pero no es por magia ni encantamientos que esa clase tiene esa capacidad, sino por su papel fundamental en la producción, es decir en el núcleo central de toda sociedad que es su estructura económica.

A quienes niegan el rol central de la clase obrera en toda revolución, preguntamos ¿Qué sería de Venezuela si la clase obrera petrolera y gasífera dejase por un día de extraer hidrocarburos del subsuelo y enviarlos a los países que lo adquieren? ¿Qué sería de nuestro país si los trabajadores del sector eléctrico dejasen de producir y distribuir tan fundamental energía? ¿Qué sería de la caótica Caracas si los trabajadores del Metro (agredidos por las bestias fascistas últimamente) dejasen de conducir sus trenes subterráneos? ¿Qué sería de nuestra economía si los obreros portuarios se negasen a descargar los barcos? ¿Qué sería de nuestras ciudades si los obreros del transporte dejasen de abastecerlas con las frutas y hortalizas de nuestros campos?

Pero Marx realiza otro descubrimiento trascendental. Las clases existen históricamente, pero no todas tienen conciencia de su verdadero rol en la sociedad. Los proletarios explotados son engañados por la burguesía con respeto a su objetivo central que no es otro que la toma del poder político para hacer la Revolución, liberar la Nación y construir el Socialismo. La burguesía los ha sobornado con migajas, los ha corrompido, sometido y alienado. Pero dos sabios de origen burgués al servicio del proletariado, como Marx y Engels, y después el Partido Comunista, han enseñado a la clase a ser clase no “en sí”, es decir, inerte, consumista, pasiva, inconsciente, sino “para sí”, es decir revolucionaria. Ese nacimiento se produjo en Venezuela en la gran huelga petrolera de Cabimas de 1936, que exigió no sólo agua fría sino la expulsión de los monopolios imperialistas. Sin Marx esa gesta revolucionaria no hubiese existido.

Otro descubrimiento inaudito que es el más importante de la historia económica, es desnudar el mecanismo por el que los capitalistas explotan a los trabajadores. Es la plusvalía, que sirve asimismo para explicar cómo los imperialistas saquean a los pueblos “proletarios”, es decir, oprimidos y explotados.

La clase obrera está eternamente agradecida a Marx y Engels.