Nadie se fue
2004
Sinopsis: “Nadie se fue” es un viaje al país del liberalismo en crisis, Argentina, dos años después del colapso económico y de los espectaculares disturbios de 19 y 20 diciembre de 2001, donde la población salió a las calles gritando “que se vayan todos“.
El resultado de estos dos días de disturbios no fueron sólo los 40 muertos y la dimisión del presidente de la nación. Se sentía que la traición había sido tan grande que nada más volvería a ser como antes, “que la jugada del liberalismo económico, nunca más van a poder hacérnosla otra vez, al menos, aquí en Argentina“.
Aunque los días y los meses que siguieron a estos acontecimientos vieron la emergencia espontánea de intensas e innovadoras luchas sociales, la violenta economía de mercado siguió expandiéndose y arrasando con fuerza.
En los barrios, intereses compartidos dieron lugar a la creación de cientos de asambleas populares, cuyo modo de funcionamiento fue la horizontalidad en la toma de decisiones. Muchos trabajadores recuperaron las empresas que previamente les habían despedido por quiebra y retomaron la producción, bajo control obrero o bajo la forma de cooperativas.
La película no trata sobre las razones que llevaron al país a la quiebra (privatizaciones, corrupción, deudas) sino sobre aquellos que se organizaron frente a una situación en un país en crisis donde primaban la resignación y el individualismo. Muchos discursos aparecen, se cruzan, generalmente llenos de combatividad, de entusiasmo y de creatividad pero también, de contradicciones, dentro y entre sí.
Poco a poco, cuando el país vuelve a la calma, y los ciudadanos a las urnas, el movimiento social se institucionaliza. Los representantes del Estado se interesan por los sectores más dóciles pero los que se mantienen en la radicalidad son condenados a la marginación. Se presiente que los que tienen el poder no se inquietan por este movimiento social y que eliminarán sin dificultad lo que podía tener de subversivo o de prometedor.
Al final, lo más importante es que una vez más, en lugares más o menos grandes y durante un tiempo más o menos largo, se supo decir "no" y organizarse en consecuencia.
Estos momentos, los intensos, son los que jamás se olvidan.