Mitos y mentiras del capitalismo II
Las empresas privadas funcionan mejor que las empresas públicas, se privatiza por razones de eficiencia y los funcionarios no trabajan: Muchas empresas privadas quiebran todos los días, en tiempos de crisis, y también en tiempos de bonanza, destruyendo empleo.
Es mucho más difícil que quiebren las empresas públicas, incluso comparándolas con privadas del mismo nivel e incluso superior. La empresa Air Comet del Presidente de la Patronal CEOE, Díaz Ferrán es un buen ejemplo.
En segundo lugar, no se privatiza por razones de eficiencia económica sino por los intereses económicos de una minoría que quiere crecer a costa del patrimonio de la mayoría. Se han vendido empresas públicas bien gestionadas que han perdido “eficiencia” con la privatización. Buen ejemplo de ello es la privatización de ENDESA que, vía despidos o prejubilaciones a cargo de las arcas públicas, sustituyó al personal fijo cualificado que conocía y mantenía la red, por subcontratas (algunas del empresario Florentino Pérez) con personal temporal y menos cualificado para ahorrar costes y aumentar beneficios. Resultado: los apagones de varios días en los que tuvo que intervenir el Estado, con el envío de soldados, para poder restablecer el servicio eléctrico. En tercer lugar, se dice que los funcionarios no trabajan. Cierto es que todo se puede mejorar, pero la realidad es que la Seguridad Social, el INEM, los colegios públicos de Educación Infantil y Primaria, los de secundaria, las Universidades, los hospitales públicos, el transporte urbano de titularidad pública, las oficinas de Correos, y otros, atienden, todos los días, a millones de personas. Se dice que todos los españoles quieren ser funcionarios porque no quieren trabajar, y para ello el gobierno anuncia reducciones futuras en las tasas de reposición de funcionarios y reducción de empresas públicas. Lo cierto es que toda persona necesita empleo estable porque tienen que comer y vivir todos los días, pagar con regularidad la hipoteca o el alquiler. Si el sector privado ofrece, cada vez, menos empleo de calidad, más precariedad, más temporalidad, horarios abusivos, bajos salarios, menos derechos laborales, más despidos, es normal que las personas, para cubrir sus necesidades vitales, aspiren, cada vez más, a estar en el sector público. Además, los trabajadores y trabajadoras queremos un Estado que garantice nuestros derechos.
En lugar de pedir una mayor fiscalidad, hay que rebajar impuestos, para que la gente tuviera más dinero y así, con más gastos, reactivar la economía: Todo el contrario, ya hemos visto dónde nos han llevado las políticas fiscales regresivas del PP y del PSOE: se ha comprobado la falsedad de la teoría de que cuando los ricos dispusieran de más dinero éste gotearía hacia abajo beneficiando a los pobres. Esta falsedad es evidente, en cuanto a que la crisis tiene como causa primaria la gran desigualdad en el reparto de la riqueza a nivel mundial. Y si esta desigualdad se incrementa eliminando los impuestos progresivos y aumentando los regresivos, los efectos de la crisis empeorarán irremediablemente. En una situación de crisis e inseguridad en el futuro, quienes pueden hacerlo prefieren ahorrar más que hacer gastos. Y de la misma forma hemos visto cómo los bancos han recibido dinero del gobierno pero son muy reticentes a prestarlo a empresas y particulares. En lugar de esto, lo que debería hacer el gobierno es dirigir directamente las ayudas a cubrir necesidades. Por una parte, a personas que lo necesitan para su subsistencia, aumentando el salario mínimo interprofesional hasta 1100 €, mejorando y extendiendo los subsidios de paro o un salario social para quien no tenga otros ingresos y prestando mejores servicios públicos en sanidad, enseñanza o servicios sociales (incluyendo la atención a las personas dependientes), cosa que permitirá generar riqueza social, empleando más gente de forma directa en el sector público y de forma indirecta permitiendo que más mujeres formen parte de la población activa. Por otra parte, creando nuevas empresas públicas y ayudando pequeñas y medianas empresas para proyectos concretos de inversión que aseguren el mantenimiento o incremento del empleo. Para hacer esto hay que contar con recursos fiscales y potenciar una Banca Pública, y por tanto, previa nacionalización de la banca. Por esto, el eventual dinero público para la banca actualmente privada habría de ir destinada a la adquisición total o parcial de su capital, que pasaría así a ser público, de forma que los poderes públicos tengan capacidad de decisión directa sobre su gestión.
El control estatal de la economía ahoga la libertad de mercado y la vida económica: Todo lo contrario. Partiendo de la premisa de que las ramas más importantes y rentables de la economía están en general en manos de grandes transnacionales. Precisamente el que los sectores estratégicos (banca, energía, comunicaciones…) estén bajo control público daría garantías para que las otras empresas, especialmente pequeñas y medianas, tuvieron medios para funcionar, sin depender de los intereses particulares de unas pocas grandes empresas privadas que controlaron las finanzas, la energía y las comunicaciones, como pasa ahora (luego no existe esa libertad de mercado, porque los oligopolios la ahogan). Los sectores estratégicos deben regularse por una planificación democrática al servicio de los intereses generales, y las necesidades básicas como la educación, la sanidad, los servicios sociales o la vivienda se deben gestionar al margen del mercado y atendiendo a las necesidades de las personas. Es más, esto permitiría solucionar la anarquía en la producción capitalista y sería posible a partir de aquí construir un modelo económico sostenible con el medio ambiente, para garantizar nuestra salud y la de las generaciones venideras, así como la supervivencia de nuestra especie.
El Socialismo ya fracasó el siglo pasado: No podemos resignarnos a la perpetuación del sistema capitalista, que enriquece a unos pocos pero genera profundas desigualdades e injusticias y reduce a mucha gente a la miseria. El socialismo se dio en su mayor parte en países que tenían un bajo nivel de desarrollo y en muchos casos en países colonizados, por lo que para construir el socialismo se tuvieron que mantener luchas encarnizadas contra las potencias imperialistas, con lo que aquello suponía en cuanto a gasto militar. Contando con ello, las revoluciones socialistas que triunfaron lograron ofrecer una serie de servicios públicos a su población que elevaron con creces la calidad de vida de la población: sanidad gratuita universal, educación gratuita universal (incluida la universidad), pleno empleo en prácticamente todos los estados socialistas, etc. Además, hay dos ejemplos claros de la validez del socialismo como modelo económico: en primer lugar, el único país que alcanzo grandes niveles de desarrollo y aumentó su producción en la crisis de 1929 fue la URSS (único estado socialista en esa fecha), y en segundo lugar, el llamado “Estado del bienestar” propagado por ciertos países imperialistas fue reforzado por el miedo al comunismo, hecho que se prueba en que por regla general los países capitalistas donde más fuerza tuvieron los derechos sociales para los trabajadores fueron países limítrofes a la URSS y con una gran fuerza del movimiento obrero en sus propias fronteras. Aún entendiendo que hay errores que asumir que se dieron en estos modelos, y traiciones políticas internas que provocaron sus caídas, estos hechos pueden ser evitables en el futuro. Tenemos hoy en día el ejemplo de Cuba, bloqueado y que no es rico en recursos, pero que está entre los cinco países latinoamericanos con un IDH más alto. Eso no es ni más ni menos que por el sistema socialista, el único sistema capaz de arreglar los desastres y de evitar los crímenes del capitalismo.