Sobre las “lentes distorsionantes” en el análisis de las relaciones internacionales
Con motivo de los últimos acontecimientos en Ucrania y en los Balcanes
Elisseos Vagenas
Miembro del CC del KKE
Jefe de la Sección de Relaciones Internacionales
“Si Bulgaria ha sido privada de la posibilidad de comportarse como un Estado soberano, que por lo menos pida a la Unión Europea una dinero por el lucro cesante” (comentario de Vladimir Putin, Presidente de Rusia, respecto su decisión de suspender la construcción del gasoducto “South Stream”, tras la reticencia de Bulgaria, por donde iba a pasar).
“Tenemos que realizar, finalmente, una política exterior alemana donde la seguridad y la paz sea más importante que las instrucciones de Washington” (Sahra Wagenknecht, diputada y dirigente histórica del partido socialdemócrata alemán Die Linke, durante la discusión en el Bundestag sobre los desarrollos en Ucrania).
Estas dos declaraciones de dos políticos conocidos “refrescan” nuestra memoria reiterando un concepto conocido que predomina respecto el tema de la formación de las relaciones internacionales e interestatales. Se trata de un concepto que niega la realidad creada por el desarrollo desigual del capitalismo y promueve la posición irrealista de que los países capitalistas con una posición intermedia o alta (como Alemania) en el sistema imperialista se comportan como las colonias en el pasado, es decir con obediencia ciega a la “metrópoli”.
Además, a este punto de vista a menudo se añade el concepto de que esta situación se debe al hecho de que “la política domina la economía” y que si dominaran los intereses económicos no existirían por ejemplo las sanciones de la Unión Europea contra Rusia que destruyen las relaciones económicas beneficiosas o los obstáculos puestos por los EE.UU. y la Unión Europea en cuanto a la construcción del gasoducto de South Stream. Pero ¿es esto cierto?
La fuerza motriz de la cooperación y de los antagonismos
Por supuesto se puede ver a simple vista que este punto tiene graves deficiencias. ¿Se puede, por ejemplo, argumentar de que Alemania, la llamada “locomotora” de la Unión Europea, una de las economías más fuertes del mundo, es nada más que un títere de EE.UU. que sigue ciegamente las “instrucciones de Washington”, según ha dicho la antes mencionada diputada alemana del partido oportunista Die Linke (“Izquierda”)?
Es obvio que las causas de la convergencia capitalista de Alemania con EE.UU., que a pesar de su reducida cuota en el PIB mundial sigue siendo la economía capitalista más fuerte en la “cima” de la “pirámide” imperialista, no se pueden encontrar aquí.
Las causas de la convergencia entre los Estados capitalistas, así como de las rivalidades en sus regiones tienen que ver con su afán de salvaguardar el fortalecimiento del poder y de la fuerza de la burguesía de cada país. Con este fin, los gobiernos ya sean de “derecha” o de “izquierda”, siempre al servicio de la burguesía, pretenden crear alianzas: económicas, políticas y militares. Estas alianzas pueden ser bilaterales y multilaterales, como es la Unión Europea y la OTAN.
No hace falta decir que en estos acuerdos, uniones y organismos, así como en general en la “red” de relaciones interestatales entre los países capitalistas, cada burguesía participa según la fuerza de su país (económica, política y militar). En este marco, está liado con los demás países a través de miles de vínculos de interdependencia que sin duda tienen un carácter desigual dado que la economía capitalista se caracteriza por la desigualdad.
En esta base debemos buscar las razones por qué Alemania y EE.UU. convergen sobre la cuestión de las relaciones con Rusia y en torno a los acontecimientos en Ucrania. Usamos la palabra convergencia, no alineación, porque en la postura de Alemania existe el “denominador” común con EE.UU. es decir contra Rusia, pero hay muchas diferenciaciones tanto en este asunto como en muchos más.
Es obvio que la burguesía de Alemania (su sección más fuerte) considera que precisamente en este período le sirve la convergencia con EE.UU., ejercer presión sobre Rusia. Por supuesto hay sectores de la burguesía de Alemania que han sido negativamente afectados y han sufrido una catástrofe económica debido a esta convergencia con EE.UU. en la postura hacia Rusia. Tales sectores buscan otras alianzas geopolíticas para Alemania. Sin embargo, parece que hasta el momento dan paso a intereses más fuertes y α la “línea” general de ejercicio de presión a Moscú. La burguesía de Alemania ya ha asegurado su abastecimiento energético de Rusia a través del “Nord Stream”. Este gasoducto que puede transportar unos 55.000 millones de metros cúbicos, cruza el Mar Báltico y suministra con gas natural directamente Alemania. La burguesía de Alemania da por hecho que, al menos en el futuro próximo, Rusia, incluso si quisiera, no puede cortar el suministro, tanto por razones económicas (la necesidad de recuperar los ingresos del presupuesto de Rusia), como por razones técnicas (falta de otras tuberías que funcionarían como una alternativa a otros importadores). Aparte de esto, con el “tercer paquete energético” de la UE, busca lograr mayores cuotas en el mercado internacional de energía a expensas de los monopolios energéticos rusos así como reforzar sus posiciones en Ucrania.
Así pues, tanto la cooperación como las rivalidades entre los Estados capitalistas están motivadas por la rentabilidad del capital. El desarrollo de las relaciones en el “triángulo” EE.UU.-Alemania-Rusia no es una excepción.
Lo mismo se puede decir también de Bulgaria. No se trata de una “obediencia ciega” contra los “intereses nacionales” de Bulgaria, como hemos leído. En primer lugar, son diferentes “los intereses nacionales” de la burguesía de Bulgaria y los de los trabajadores. La burguesía de Bulgaria en primer lugar se interesa de asegurar su posición; busca tener el apoyo fuerte de las alianzas de la OTAN y de la UE (en los que participa), para que tenga un apoyo en todo momento en caso de cuestionamiento de su poder por la clase obrera y los demás sectores populares. Para Bulgaria estas alianzas, de las que depende para continuar y actualizar la explotación clasista del pueblo, son de particular importancia. Además, su sección más fuerte evalúa que solamente a través de estas alianzas logrará aumentar su rentabilidad y fortalecerá su posición en la región y más allá. Por supuesto hay también intereses capitalistas que tienen diferentes prioridades económicas y geopolíticas por ejemplo una mayor conexión con Rusia capitalista, pero esto no significa que son favorables al pueblo. Porque ellos también tienen el mismo objetivo estratégico: la perpetuación del sistema de la explotación de la clase obrera.
¿La política contra la economía?
Bulgaria perderá 400 millones de euros al año de la cancelación del gasoducto “South Stream”, dijo Vladimir Putin y tenía razón. Sin embargo, la burguesía búlgara se alinea con la UE y EE.UU. en este asunto concreto, ya que considera que puede ganar mucho más en el transcurso del tiempo. Por ello es errónea la evaluación de que “la política funciona contra la economía”.
Esto se ve aun mejor con la participación de nuestro país en las sanciones de la UE contra Rusia, que llevó a contramedidas rusas, con la prohibición de importaciones de productos agrícolas griegos en el mercado ruso. El gran daño que sufrieron los productores griegos así como los exportadores de productos griegos a Rusia, no fue suficiente para impedir la participación del gobierno griego en esta “guerra” comercial de la Unión Europea contra Rusia. ¿Por qué? Por la misma razón que promueve en el país todas las medidas antipopulares decididas de forma conjunta en el marco de la UE. Porque considera que estas sirven la burguesía del país. Aunque si afectan negativamente a los sectores populares, aunque si suponen pérdidas para ciertos sectores de la burguesía, prevalece el interés estratégico de la burguesía: la participación de Grecia en la UE y la OTAN traerá enormes beneficios a la burguesía en su conjunto. Es por eso que Lenin destacó que “la política es la expresión más condensada de la economía”.
¿Por qué son peligrosas las opiniones acerca de la “soberanía”?
Vladimir Putin en su discurso anual destacó, en gran medida razonablemente, que Ucrania no ha sido más que un pretexto para la imposición de sanciones contra Rusia, ya que el Occidente desde hace tiempo ha estado tratando detener el rumbo del país. Evaluó, también razonablemente, que los rivales internacionales de Rusia quisieran que Rusia acabaría como Yugoslavia. Al mismo tiempo, recurrió a la fraseología “patriótica” para engañar a los trabajadores de su país. Dijo que “si para algunos países europeos la soberanía nacional es un lujo, para la Federación Rusa la soberanía es una condición absolutamente necesaria para su existencia”.
Por supuesto, es la misma persona que firmó la integración de Rusia en la Organización Mundial de Comercio que plantea una serie de restricciones en varias ramas de la economía rusa.
La economía rusa, una potencia capitalista emergente, hoy día está vinculada de una manera multifacética con la economía capitalista mundial. Estas relaciones implican una interacción constante. ¿Se puede hablar de “soberanía” para un país que es completamente dependiente de los precios internacionales del petróleo y del gas natural, como es la Rusia capitalista? Al menos la mitad del presupuesto anual de Rusia deriva del sector de energía, del petróleo y del gas natural. Pero aparte de esto, ¿de qué “soberanía” pueden hablar los trabajadores, los desempleados, los sectores populares en las condiciones del capitalismo? ¿Es la misma “soberanía” con la del capitalista Roman Abramovich, dueño del equipo de fútbol inglés “Chelsea”?
Una discusión similar se lleva a cabo en nuestro país también sobre todo por SYRIZA y los Griegos Independientes, así como por los partidos en el poder, la ND y el PASOK, respecto la “recuperación de la soberanía”. Sin embargo, no cuestionan la participación en la Unión Europea y en la OTAN, ni mucho menos el camino de desarrollo capitalista del país. Se hace pues claro que en el nombre de la “soberanía” (es decir de su preservación o de su recuperación) los políticos burgueses utilizan argumentos engañosos para atrapar a los trabajadores “bajo banderas ajenas”. Es decir para hacerles luchar y sufrir por los intereses de la burguesía, para que se fortalezca su posición de los en el sistema capitalista mundial.
Igualmente peligrosas son las posiciones que plantean el Partido de la Izquierda Europea y SYRIZA en Grecia respecto la Unión Europea. Afirman que supuestamente si la UE “se emancipa” de EE.UU. y de la OTAN, se convertirá en “soberana” y trazará una política “europea”, “a favor del pueblo y de la paz”. Incluso, SYRIZA ha declarado que en este caso la UE merecería recibir el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, en realidad, esta “emancipación” significaría simplemente la disposición de la UE o de su parte más fuerte de luchar para adquirir mercados utilizando su fuerza, o incluso las armas, tanto en cooperación con la OTAN como a si misma. ¡Esto ya está sucediendo!
Es inútil y engañoso que los trabajadores de Europa esperen que cambie la UE. Esto es por que las directrices políticas de la UE no se determinan según quién tiene la mayoría en la UE, los de la “centroizquierda” o de la “centroderecha”, sino por el carácter del sistema social que predomina en esta. Este es el modo de la producción capitalista donde los medios básicos de producción están en manos de unos pocos, de los capitalistas. Este carácter de la UE está reflejado también en los tratados de la UE.
La solución para el pueblo griego y los demás pueblos no radica en el esfuerzo engañoso de “embellecer” la UE, ni en la alineación con las fuerzas políticas que en el nombre de la “soberanía” tratan atrapar a los sectores populares en servir los intereses de unos pocos y poderosos, los capitalistas.
La única solución es la retirada de toda alianza imperialista interestatal, con la conquista del poder por la clase obrera y la socialización de los medios de producción.
* El artículo fue publicado el 14/12/2014 en el periódico “Rizospastis”, órgano del CC del KKE