El imperialismo
Imperialismo es el nombre que se le da al capitalismo monopolista, también llamado capitalismo imperialista.
Esta fase, superior y supuestamente última del capitalismo, nace a partir de la gran crisis capitalista de 1863 en Inglaterra y fue la consecuencia del crecimiento incesante de la producción y un aumento en la concentración de empresas, que se hicieron cada vez más grandes y cada vez menos numerosas; hechos ocurridos durante los últimos 30 años del siglo XIX. Se suplanta así la libre competencia capitalista, que había alcanzado su máximo esplendor entre 1850 y 1870, por el dominio de los monopolios.
El enorme crecimiento de las fuerzas productivas fue la fuerza impulsora del desarrollo imperialista. Aparecieron nuevos métodos de fundición de acero, nuevos motores de combustión interna y eléctricos, nuevas turbinas de vapor. El uso del petróleo en gran escala, la construcción de gigantescas plantas eléctricas, el desarrollo de la industria química, hicieron posible y necesaria la aparición de esta nueva etapa del desarrollo capitalista. Esto llevó a un crecimiento muy grande del capital constante (el invertido en equipos, instalaciones, maquinarias, combustible, materia prima) y de la producción de bienes de capital, por lo que la industria pesada supera con creces a la industria ligera. La composición orgánica del capital se eleva a niveles nunca vistos.
Otro elemento a considerar es la gran difusión tenida por las compañías anónimas, que permitió concentrar grandes masas de inversión para acometer la instalación de grandes gigantes industriales y obras colosales de ingeniería, con lo cual se completaba el cuadro de necesidades satisfechas para el nacimiento de los monopolios y la fase imperialista del capitalismo, como muy bien la describió Vladimir Illich Ulianov en su conocida obra "El imperialismo, fase superior del capitalismo", escrito en Zurich durante la primavera de 1916.
Las características del imperialismo pueden resumirse de la siguiente manera:
1. Concentración de la producción y del capital en gigantescas empresas que ejercen el control absoluto de la producción de mercancías y de su distribución, lo que influye decisivamente en la sociedad.
2. La fusión de los capitales bancarios e industrial para dar origen al capital financiero y a la creación de la oligarquía financiera.
3. Sustitución de la exportación de mercancías, que pasa a un segundo plano, por la exportación de capitales.
4. Formación de asociaciones internacionales de capitalistas monopolistas que se distribuyen en el mundo.
5. Reparto territorial del mundo, entre las grandes potencias capitalistas.
Mientras los imperios dominan mediante las invasiones armadas de otros pueblos y territorios, la ocupación territorial y la constitución de enclaves coloniales donde gobierna directamente la metrópolis, el imperialismo domina permanentemente a través de la exportación de capitales, que manejan la economía y la política, sin la necesidad de ocupar territorio, por lo que los nuevos enclaves reciben el nombre de neocolonias.