Revolución y contrarrevolución, nociones esenciales en la obra y acción de Álvaro Cunhal
Al llegar al centenario del natalicio de Álvaro Cunhal es incuestionable la valoración histórica del gran portugués, como un revolucionario cuya impronta marca la lucha de su pueblo en el siglo XX, proyectándose a este nuevo siglo en la lucha de clases y su desarrollo revolucionario. Simultáneamente es un ejemplo general de lo que es ser comunista, hombre de partido, cuadro, y por ello tiene el reconocimiento indiscutible del movimiento comunista internacional.
Álvaro Cunhal es un comunista integro, tanto como revolucionario profesional, como historiador, literato, pintor y un ejemplo de político que hace de la verdad su leit motiv. Así es que escribe:
Cuando se habla de verdad y mentira en la política, no se afirma que, en relación a las teorías, opiniones, apreciaciones e interpretaciones, se puedan tener las propias como verdades absolutas y las de otros como absolutas mentiras.
La mentira en política reside, antes que nada, en falsificar los hechos, los datos objetivos. Afirmar que pasó lo que no pasó o que realmente ocurrió. Afirmar que se dijo lo que no se dijo y que no se dice o que de hecho se dice. Afirmar que se hizo lo que no se hizo y negar que se haya hecho lo que realmente se hizo.
Verdad es referir con objetividad hechos y acontecimientos, igualmente cuando sean desfavorables a la opinión propia. Mentira es decir que ocurrió lo que no ocurrió, inventar datos y afirmaciones, lanzar acusaciones falsas y calumnias viles.
En la Revolución de Abril y en la contrarrevolución se encuentran con toda evidencia, una diferencia abismal entre, por un lado, el PCP y las fuerzas más consecuentes de la Revolución y, por otro lado, las principales fuerzas militares y partidarias de la contrarrevolución.
Las primeras fieles a la verdad, las otras usando al mentira como arma y como práctica viciosa sistemática, que acabó por pretender afirmarse frente a la opinión pública como muestra talento y arte, socialmente admitida y reconocidamente impune. Verdad del programa de un partido es definir y proclamar sus reales objetivos. Mentira es inscribir y proclamar en el programa objetivos contrarios a los que realmente pretende alcanzar.
Verdad es, en la actividad práctica, declarar los reales objetivos y las reales consecuencias que se pretender. Mentira es, para ocultar y disfrazar los reales objetivos, difundir y propagar que decisiones y medidas tienen efectos que van al encuentro de los intereses del pueblo, cuando tienen como objetivo efectos precisamente contrarios.1
La Autoridad de Álvaro Cunhal y del PCP se afirma en esa franqueza con la que encaran la realidad, sosteniendo principios y sin ocultarlos jamás. Esa será una constante, durante la lucha antifascista, durante el debate con el eurocomunismo y durante la Revolución de Abril y la contrarrevolución liderada por Mario Soares, más también durante los años de la contrarrevolución internacional que llevan al derrocamiento de la construcción socialista en la URSS y otros países.
Lo que de Lenin y el Partido escribía Mayakoviski puede decirse de Álvaro Cunhal y el Partido Comunista Portugués: El Partido y Álvaro Cunhal son hermanos gemelos. Cuando decimos Álvaro Cunhal es como si dijéramos el PCP. Cuando decimos PCP es como si dijéramos: Álvaro Cunhal.
Y esta premisa es la que nos guía para comprender un hecho fundamental del siglo XX en Portugal: el derrocamiento del fascismo, la Revolución de los Claveles y la contrarrevolución liderada por la socialdemocracia para liquidar las conquistas que obtuvo el pueblo. Indiscutible es en ese proceso el papel, el rol del Partido Comunista Portugués.
En un texto fundamental As Lutas de Classes en Portugal nos Fins da Idade Média, Álvaro Cunhal establece:
Ninguna clase pasa de gobernada a gobernante por una avenida en línea recta o por avances continuos. No lo hace sin victorias y sin derrotas, sin pasar mil veces de la defensiva a la ofensiva y viceversa, sin avanzar hoy para retroceder mañana, sin conquistar posiciones y ser forzado a abandonarlas, y después volver al combate y tener nuevos éxitos y nuevos fracasos. No lo hace sin que, en muchas ocasiones, no parezca victoriosa, cuando la victoria está lejos, y, en muchas otras, no parezca estar para siempre sofocada y reducida, cuando en las cenizas de la derrota se desarrolla, por la atizada, nuevo fuego más violento y más potente. La conquista del poder político es la conclusión de todo este largo y accidentando camino. Y solo entonces se cierra un ciclo de la historia y se abre el tiempo de una nueva sociedad2
Este estudio redactado en la prisión a principios de los años 50 están ya muy claras las concepciones marxistas-leninistas sobre el poder, sobre el declive de un modo de
producción y de las incesantes contradicciones que gestan la transformación revolucionaria, tal y como lo prevé Marx en el Prólogo a la contribución de la crítica de la economía política; sobre la agudización del conflicto socioclasista y la madurez de la crisis y sobre la dialéctica revolución/contrarrevolución. Tales concepciones son desarrolladas a lo largo de la política del Partido Comunista Portugués y en varias obras firmadas por Cunhal, como La cuestión del Estado, cuestión central de cada Revolución.
El marxismo-leninismo estudia y plantea las leyes objetivas para el remplazo de una formación económica-social por otra, las generalidades que marcan tales procesos y las
condiciones necesarias para la revolución. Jamás plantearon un camino rectilíneo, sino un proceso complejo de avances y retrocesos, de flujos y reflujos, donde no solo la crisis sino la correlación de fuerzas son determinantes. Y en varios escritos se inscribe la importancia de la dialéctica revolución/contrarrevolución.
Álvaro Cunhal es el constructor fundamental, por supuesto expresando al conjunto del colectivo partidario, del camino para el derrocamiento del fascismo con la Revolución de Abril, conocida también como la Revolución de los Claveles tras 48 años de opresión.
Refutando a los ultraizquierdistas, dice sobre el carácter de la revolución por la que luchan los comunistas portugueses, ya en el año de 1967, en un trabajo escrito en el cincuentenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre:
Nada tienen que ver con el marxismo-leninismo la posición de algunos “ultrarevolucionarios” al afirmar que en las condiciones del Portugal de hoy, la instauración de las libertades democráticas, si no fuese acompañada por la conquista del poder por el proletariado, sería aún peor que la dictadura fascista, una vez que representaría la consolidación del poder de la burguesía, cuya crisis se agrava en las condiciones del fascismo. El Partido Comunista Portugués no considera a la revolución antifascista como una revolución democrática-burguesa, sino como una revolución democrática y nacional, de naturaleza profundamente popular. Pero insiste en que el fin del fascismo y la instauración de las libertades fundamentales constituyen un paso primero, fundamental e indispensable de la revolución antifascista. Así, no solo formula una reivindicación central, comprendida y sentida por las más vastas masas populares, como indica el camino que puede conducir a la realización de otros objetivos de la revolución democrática y nacional y al socialismo.
Al mismo tiempo indicamos la conquista de la libertad política como un primer objetivo central de la revolución como un primer objetivo central de la revolución antifascista, afirmamos como marxistasleninistas, como partido del proletariado, como revolucionarios que pretenden poner fin a la explotación del hombre por el hombre, que la más democrática de las democracias burguesas sirve a la burguesía contra el proletariado, protege y defiende la explotación de los trabajadores, usa el poder del Estado contra los trabajadores, y, si la lucha de estos pone en peligro los intereses del capital, la burguesía dominante, por muy “liberal” y “democrática” que sea, no duda en violar la ley, retirar las libertades y recurrir a métodos abiertamente terroristas.3
Es con una orientación clara y precisa que el Partido Comunista Portugués actúa hasta conseguir el objetivo del fin del fascismo en Portugal. En una conferencia dictada en 1992, Cunhal explica ese periodo del PCP conocido como la “reorganización” en los años 40 que sentó las premisas de la estrategia para poner fin a la dictadura fascista, superando las debilidades, combatiendo al anarcosindicalismo y en condiciones de rigurosa clandestinidad y convirtiendo al partido comunista en un partido nacional ligado a las masas trabajadoras y campesinas, al conjunto del movimiento democrático, a pesar de que el fascismo había declarado la liquidación del PCP. El III y IV Congreso del PCP fueron de gran importancia. Se logra la estabilidad en la elaboración de la prensa (Avante) y en la intervención en el movimiento de masas, incluidos los sindicatos fascistas. Es a partir de este periodo de intervención de los comunistas que acontecimientos ulteriores no les afectan y les permiten fortalecerse (la guerra colonial, la crisis del movimiento comunista internacional y el eurocomunismo).
Con el seudónimo de Duarte, Cunhal esboza el programa para el derrocamiento de la dictadura: la revolución antifascista como revolución democrática y nacional con
orientaciones para un levantamiento armado. Esa línea sería confirmada por la realidad y contrasta con el vergonzoso camino del eurocomunismo que en España pacto la transición para superar al franquismo y que arrojó ese sistema político mezquino que hoy padece el pueblo español. Mientras los eurocomunistas se insertan en la democracia burguesa traicionando los intereses futuros de la clase obrera y la historia de la resistencia, a los camaradas caídos en la lucha, los comunistas portugueses con el camino revolucionario abren la perspectiva no solo de la conquista de la democracia sino de lucha continua por el socialismo.
Una cuestión fundamental es la existencia del Partido, el elemento consciente en la lucha, con su logística, sus cuadros y su trabajo entre las masas.
Es necesario señalar que aunque la Reorganización le dio una nueva dimensión a la lucha, el PCP inició la lucha contra el fascismo desde que este tomo el poder. Cunhal en su carácter de secretario de la Federación Juvenil Comunista asistió junto con Bento Goncalves al VII Congreso de la Internacional Comunista que como sabemos a partir de
una experiencia vivida por varias de sus secciones planteo una viraje táctico a través de los informes de Dimitrov y Ercoli. Los comunistas portugueses evidentemente enriquecieron su experiencia, la cual se amplió con el activo apoyo que dieron a las Brigadas Internacionales y a la lucha de los republicanos españoles contra Franco. El fascismo portugués estaba muy hermanado con el alemán, italiano y español. El PCP jamás consideró al fascismo como un asunto de Salazar, sino como el resultado de la formación de grandes grupos monopolistas que usaron al Estado como palanca para favorecer la centralización y concentración de capitales. Es por ello que la caracterización que planteó el PCP del fascismo portugués fue la una dictadura terrorista de los monopolios, asociados al imperialismo internacional y de los latifundistas4 . Ello orientó también la política anticolonial de los comunistas, en un momento además de auge de los movimientos de liberación nacional y de descolonización, resultado de la correlación de fuerzas surgida de la victoria de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.
Cunhal y el PCP resaltan la importancia de que el sistema colonial era un factor de opresión del pueblo portugués, siguiendo la tesis marxista de Engels, de que no puede ser libre un pueblo que oprime a otros. Por ellos precisan como uno de los objetivos el derecho de las colonias portuguesas a la independencia, junto con la liquidación del poder de los monopolios, la reforma agraria, la liberación de Portugal del imperialismo. Es conocido que cuadros del PCP contribuyeron a forjar movimientos de liberación en las colonias portuguesas en África. Inclusive, unas semanas antes de derrocar a Marcelo Caetano, el PCP en el Manifiesto de la Comisión Ejecutiva del CC del PCP Poner fin inmediato a las guerras coloniales y conquistar las libertades políticas es una exigencia nacional colocan claramente la cuestión, señalando al mismo tiempo la crisis en las Fuerzas Armadas, que vendría a ser un factor que acelera la revolución. El 25 de Abril de 1974 al dirigirse a los portugueses y portuguesas el PCP expresa con vehemencia: “¡Que todo el pueblo se una y luche para que el fascismo sea liquidado para siempre y sean instaladas las libertades democráticas!¡Para que cese inmediatamente la guerra colonial y acabe el colonialismo! ¡Para que Portugal se libere del dominio de los monopolios y del imperialismo extranjero!5 .
Sin duda habrá más reflexiones, pero baste este breve acercamiento para situar que Álvaro Cunhal y el PCP construyeron un proceso que llevó al pueblo portugués a la conquista de la democracia.
Resulta indispensable señalar algo más: el eurocomunismo en su polémica contra el marxismo-leninismo no se reducía a cuestiones abstractas, sino muy concretas con la lucha de los trabajadores en el mundo: la renuncia a la vía revolucionaria para integrarse al sistema. En el caso de España y Portugal son dos caminos diferentes para afrontar una
generalidad que expresaban Franco y Caetano. Álvaro Cunhal y el PCP enfrentaron ya en los años inmediatos al XX Congreso del PCUS (1956) ese problema de las ilusiones de la democratización de la dictadura fascista pero superándolo inmediato pues se consideró:
“que el gobierno fascista, que respondía por la fuerza y violencia a los reclamos populares, solo por la fuerza podría ser derrocado. El PCP apunto así el camino de la insurrección armada y el levantamiento nacional popular y militar, admitiendo la simultaneidad de estos dos elementos.”
Agrega Álvaro Cunhal: “La línea del levantamiento nacional armado era frecuentemente señalada como irreal e 'izquierdista'. Dirigentes de otros partidos decían a los dirigentes del PCP 'Esperen la caída de Franco, después será para ustedes más fácil.' El PCP tenía abierta confianza en sí mismo y en el pueblo portugués en cuya lucha desempeñaba un papel determinante. Detectó correctamente la crisis revolucionaria que se aproximaba y apuntó justamente el camino. La revolución antifascista en Portugal tuvo lugar en Abril de 1974 con transformaciones profundas en la realidad económica y social. La caída de la dictadura de Franco tuvo lugar por su muerte en 1975 manteniéndose intacto el poder del gran capital.6”
Esto nos da un retrato del gran cuadro comunista Álvaro Cunhal, revolucionario ejemplar, hombre de Partido, hijo del pueblo.
Álvaro Cunhal es para muchos comunistas del mundo, de la generación a la que pertenezco, un referente de firmeza en los duros años de la perestroika y la contrarrevolución. Pero ello será motivo de otro artículo.
Pável Blanco Cabrera
Primer Secretario del Partido Comunista de México
Notas:
1 Cunhal, Álvaro; A Verdade e a Mentira na Revolução de Abril (A contra-revolução confessa-se); Editorial Avante
2 Cunhal, Álvaro As Lutas de Classes en Portugal nos Fins da Idade Média, Editorial Caminho, 1997, 3era Edición; Pág. 167
3 Cunhal, Álvaro; A Questão do Estado Questão Central de cada Revolução; Editorial Avante
4 Cunhal, Álvaro; O Partido Comunista da "Reorganização" dos Anos 40 ao 25 de Abril; Conferencia, 1992.
5 Documentos do Comité Central, 1965-74; Ediciones Avante; Lisboa 1975
6 Cunhal, Álvaro; O Partido Comunista da "Reorganização" dos Anos 40 ao 25 de Abril; Conferencia, 1992
Fuente: www.lahaine.org