Dolores Ibárruri, Pasionaria
Sobre Dolores se ha escrito mucho, de Pasionaria no podemos decir que ha sido invisible para la historia. Su carisma, su capacidad en política, su inteligencia, su facilidad de palabra, su facilidad para comunicar con el pueblo trabajador, sus innumerables cualidades y la etapa histórica que le tocó vivir; hicieron imposible su invisibilidad aún siendo mujer.
Se convirtió en el símbolo de la resistencia del pueblo español. Fue la primera mujer en el mundo elegida secretaria general de un partido, el PCE.
De su labor política se conoce todo. Pero, hay un aspecto de Dolores que no se conoce tanto, un aspecto del que no se habla mucho, que es más invisible y a ése es el que destacamos y, es, su compromiso con la igualdad de las mujeres.
Cuando se citan las mujeres feministas que fueron sus contemporáneas no se menciona a Dolores Ibárruri, sin embargo desde muy joven, fue consciente de la doble explotación y tomó conciencia de género y de clase al mismo tiempo. En sus memorias destaca: “hay una cosa peor que ser minero; es ser mujer de minero. A la explotación del trabajo, la mujer añadirá la explotación familiar, la de servir al hombre y a la prole, haciendo que su jornada laboral no termine ni siquiera para reponerse”. También es suya la expresión: “Mudo el pueblo explotado, doblemente mudo si es mujer”.
Su toma de conciencia de mujer y de trabajadora nos la relata en sus memorias, en la primera parte, “El único camino”, en el capítulo titulado “De la infancia a la madurez”. En él cuenta cómo a pesar de su capacidad intelectual para estudiar –quiso ser maestra-, su condición obrera y la falta de recursos de su familia, impidieron que pudiera ingresar, como era su deseo, en la Escuela Normal de Maestras. Y en lugar de continuar estudiando, con diecisiete años fue a un taller de costura a aprender lo necesario para no necesitar ayuda en la confección de sus vestidos y más adelante en los de sus hijos. Esta habilidad de Dolores impediría –según relata- que la detuvieran años después en Madrid. Cuando ya sabía coser entró como muchacha de servicio en casa de unos comerciantes.
A los veinte años se casó y, para ella, según cuenta no fue una experiencia agradable excepto por el nacimiento de sus hijos:
…”Mi misión en la vida estaba cumplida. No podía ni debía aspirar a nada más, después de mi fracasado intento de ser maestra. El fin de la mujer, la única salida, su única aspiración, era el matrimonio, y, la continuación de la vida triste, gris, penosa y esclava de nuestras madres, sin más ocupación que parir y criar, y servir al marido, que en la mayoría de los casos trataba a la mujer sin ninguna consideración”.
Y continúa: “Como mujer casada me sentí un esclavo doméstico sin ningún derecho. En el hogar la mujer se despersonalizaba, era la primera en el trabajo, en las privaciones, haciendo menos dura, menos difícil, la vida de su marido y sus hijos, para convertirse más tarde en una “vieja que estorba…”
“…Cuando nació mi primera hija, yo ya había vivido en poco más de un año una experiencia tan amarga, que sólo el amor de mi pequeña me sujetaba a la vida”.
Dolores fue autodidacta, en su afán de saber no dejó un libro de la biblioteca de La Casa del Pueblo de Somorrostro sin leer y, sin ninguna ayuda ni consejo, ella sola se instruyó en el marxismo.
En 1933 se constituyó en España la Organización de Mujeres antifascistas de la que fue presidenta Dolores Ibárruri, la OMA fue la organización feminista más importante de la época. Las mujeres comunistas socialistas y republicanas se organizaron en la lucha por la democracia y contra el fascismo, trabajando juntas de manera solidaria y desarrollaron una labor muy importante en la protección y ayuda a la infancia organizando, por ejemplo, la salida de varios cientos de niños y niñas de los pueblos de la cuenca minera de Asturias en 1934 en plena represión de la revolución.
Dolores volvió del exilio en 1977 y en las primeras elecciones democráticas, ese año, volvió a ser elegida diputada por Asturias. Siguió escribiendo artículos para la prensa, trabajos teóricos y comentarios y, como presidenta del PCE, acudía todos los días a su despacho a trabajar.