Las huelgas que se ganaron en España
“Me dirán que la situación política de entonces y ahora ha cambiado sustancialmente […], me explicarán también cuestiones controvertidas referentes a la coyuntura económica y muchas cosas. Pero lo que el obrero no debe perder de vista es que nuestra sociedad está dividida en clases sociales, con intereses históricamente contrarios y que estas clases sociales generan enfrentamientos que yo y mis compañeros caracterizamos como lucha de clases, y que ni las clases sociales ni la lucha de clases las hemos inventados nosotros”.
Este texto forma parte de un intervención de un trabajador en una huelga. Podría ser de ayer mismo en la asamblea de trabajadores de barrenderos de Madrid, pero el discurso se produjo en octubre de 1976 por Angel Ayllón, un trabajador de Castella y Cía durante la segunda huelga general que se efectuó en Sabadell en ese año. Según el historiador Xavier Domenech esta intervención se realizó en un contexto de abandono de la propagación del conflicto obrero como método para conseguir el cambio político. La lucha obrera molestaba para la transición a la democracia.
Las huelgas y el conflicto obrero han sido a lo largo de la historia el canal por el que han fluido los derechos de los trabajadores, por ello han sido atacadas y criminalizadas desde los ámbitos conservadores cuando se producen. No es la única estrategia que existe, en una fase avanzada de la propaganda contra la lucha obrera se minimiza la vigencia de estas actuaciones y se pone en duda la efectividad de la huelga como forma de protesta.
Las huelgas ganadas
La retirada del ERE de 1.194 trabajadores de las empresas OHL, SACYR y FCC, que gestionan los servicios de limpieza viaria de Madrid, ha sido la última victoria de una huelga y de la lucha de los trabajadores cuando ven atacados sus derechos. El sábado por la tarde las empresas faltaron a la palabra dada y a la firma del preacuerdo echándose para atrás una vez que la ciudad ya estaba limpia tras la actuación de Tragsa y los contratados por una ETT. El acuerdo al que final han llegado los barrenderos con las empresas concesionarias recoge las principales demandas por las que la huelga comenzó. Han sido muchas las huelgas ganadas en la historia del movimiento obrero español en la que la huelga de los barrenderos puede mirarse.
Hace poco hablamos en La Marea de la Huelgona, una huelga de mineros en 1962 de más de un mes, que consiguió que un ministro franquista fuese a negociar con los trabajadores y publicase un decreto urgente que permitió mejorar las condiciones salariales de los mineros tal y como ellos exigían. Pero sin duda, uno de las mayores logros en la historia de la lucha obrera en España fue la Huelga de la Canadiense en 1919, que finalizó con la publicación del decreto de las ocho horas, siendo España el primer país europeo donde fue instaurada la jornada laboral de ocho horas.
La huelga de la Canadiense comenzó como lo hizo la Huelgona de 1963, por solidaridad entre trabajadores. El gerente de la Canadiense, Fraser Lawton, despidió a ocho trabajadores del departamento de facturación al exigir éstos que todos los empleados del departamento debían cobrar lo mismo si el trabajo también era el mismo. El despido de los ocho compañeros provocó que los 117 empleados del departamento se pusieran en huelga y marcharan hacia el edificio de la gobernación para hablar con el gobernador. La respuesta fue una carga policial y el despido de los 117 trabajadores.
La noticia no tardó en conocerse en toda la ciudad. Con el apoyo del sindicato anarquista CNT, la huelga de las plumas y los tinteros pasó a convertirse en una huelga general que duró 44 días. La protesta llegó a dejar a Barcelona a oscuras por la solidaridad de otros obreros de diferentes ramos, tal y como narra una crónica en el diario ABC del 27 de febrero de 1919.
“Muy interesantes noticias facilitó anoche a los periodistas el subsecretario de Gobernación respecto a la situación de la huelga de Barcelona. A las ocho estuvo en el ministerio el jefe del gobierno, y, en unión del Sr. Gimeno, conferenció con el gobernador de dicha capital. El Sr González Rothwos le informó que la huelga se iba extendiendo, habiendo parado los obreros de la Catalana del Gas, gran número de los del ramo de aguas y los encargados de las llaves de luz en las casillas, que son los que encienden el alumbrado de la ciudad. Cuando el gobernador de Barcelona comunicaba estas impresiones, le llevaron la noticia de que se había verificado un apagón casi general en la ciudad” (ABC).
La huelga de La Canadiense provocó la caída del Conde de Romanones, a pesar de que en abril cedió la mayor conquista del movimiento obrero hasta la fecha, la publicación del decreto de las ocho horas. La jornada de las ocho horas fue la culminación de 30 años de lucha obrera en España, la huelga de febrero en Barcelona fue el detonante que acabó por hacerlo posible pero que sin las huelgas de los años anteriores no habría sido más que una quimera de imposible consecución.
Ni que decir tiene que la medida no gustó a todos. La cámara de comercio de Madrid redactó una instancia de protesta a la que se adhirieron todas las corporaciones mercantiles contra el decreto de las ocho horas. La cámara de comercio pedía que no se incluyera en la obligatoriedad de trabajar solo ocho horas a los empleados de los comercios y los textiles ya que no eran equiparables a los obreros fabriles.
Uno de los efectos colaterales a la huelga fue la llegada de Severiano Martínez Anido a la gobernación civil, que solo fue capaz de tratar el conflicto obrero mediante tácticas terroristas en la época conocida como el pistolerismo, que magistralmente trató Eduardo Mendoza en “la verdad sobre el caso Savolta”. La gestión de Anido provocó mucho sufrimiento en el movimiento obrero de la época al tratar de descabezar a los sindicatos anarquistas con asesinatos y técnicas de terrorismo de estado.
A lo largo de la historia del movimiento obrero no existe consecución de derechos laborales sin la lucha previa que lo hace posible. Si hoy descansamos en domingo es porque en 1904 se promulgó la ley del descanso dominical después de 10 años de proposiciones infructuosas por parte de la Comisión de la Reforma Social, un órgano creado para mejorar las condiciones sociales de los obreros que fue ignorado desde su creación en 1883, un órgano que solo funcionaba con el empuje y el impulso de las huelgas y del conflicto permanente del movimiento obrero.
La propaganda contra la efectividad de las huelgas y la vigencia de la lucha de clases ha funcionado. Al movimiento obrero le queda recuperar ese espíritu de protesta que en España se ha vivido durante muchas fases de la historia y que se ha perdido por la falsa sensación de equiparación de clases. En los años del tardofranquismo y los previos a la muerte del dictador el movimiento obrero resurgió con fuerza, formaba parte de la vida de los trabajadores y ese espíritu se impregnó incluso en los niños que copiaban el comportamiento de sus familias. En el libro Cambio político y movimiento obrero bajo el franquismo se recoge una anécdota que muestra ese espíritu de lucha también en la infancia.
“Un alumno de Lidia, durante la clase soplaba una bola de papel de plata que le había dado la forma de una especie de pájaro, que habían bautizado bajo el nombre de Pipo. Lidia se lo ha quitado diciéndole que se lo devolvería al terminar la clase. Unos minutos después el niño recogía. Mientras tanto, había construido con un trozo de papel y dos bolígrafos una pancarta con la inscripción “Amnistía para Pipo”. El niño tiene 12 años”.