Drogas y Poder: cuando la realidad supera a la ficción

Hace unos días, un conocido diario de tirada nacional, El Mundo, sacaba a la luz un vídeo en el que Juan Carlos Monedero afirmaba que la policía había introducido y distribuido heroína en aquellos lugares en que “la juventud más conflictiva […] podía optar por salidas políticas” alternativas[1]

Las relaciones existentes entre el Estado y el comercio de la heroína, esa lacra que inundó las calles de nuestro país, condenando a muchos jóvenes- que tenían que enfrentarse a la desindustrialización y el Mercado Común- a la enfermedad, la cárcel o la muerte, son sin duda muy complejas. Desde estas líneas, nos referiremos brevemente al papel de las “cloacas del Estado” y de otras instituciones envueltas en el dramático fenómeno del narcotráfico, ofreciendo algunos ejemplos que sometemos a la consideración del lector.

¿Es algo novedoso lo que argumenta el profesor madrileño en el citado vídeo? No lo es. Sin ir más lejos, el gran escritor Juan Madrid sostenía en la presentación de su última novela, Los hombres mojados no temen la lluvia (2013), en relación al negocio de las drogas, que "entre las cloacas y la superficie hay vasos comunicantes, que las enlazan, que las convierten en un todo”. Y añadía: “existe un estrecho vínculo entre los bajos fondos y los despachos de los abogados al servicio político de los más poderosos”[2]. Como es sabido, el escritor andaluz es el creador del detective Toni Romano, gracias al cual hemos podido conocer las diversas caras de la Segunda Restauración borbónica (la desindustrialización, la internacionalización de las finanzas, los pelotazos urbanísticos, la corrupción administrativa, etc.) en clave de novela negra[3].

A finales de los años 80 llegaba a nuestras pantallas Brigada Central, una serie de televisión, con guión del propio Juan Madrid, que narra las experiencias de un cuerpo policial de élite que debe enfrentarse a numerosos casos de asesinato, delitos de corrupción y narcotráfico. Al frente de este grupo policial se encuentra Manuel Flores (Imanol Arias), un inspector gitano, principal protagonista de la serie, que además de lidiar con los problemas de la comisaría, también tiene que ocuparse de sus complejos asuntos familiares, sobre todo de su padre Rogelio (José María Rodero), delincuente de poca monta que está amenazado por los Jorowitz, un peligroso clan rival. La serie presenta un retrato sin edulcorantes de los aspectos más oscuros y confidenciales de nuestra sociedad, haciendo especial hincapié en la corrupción policial. Debido a este hecho, sufrió numerosos episodios de censura, hasta el punto de que se llegó a imponer, durante su grabación, la presencia en el plató de un inspector de policía con derecho a vetar aquellos contenidos que considerara que no debían ser emitidos. Pero, a pesar de la censura, la serie logró reflejar con creces cómo la corrupción alcanza a distintos sectores de la sociedad: jueces, empresarios, policías, etc.

Muchos años después, en 2008, aparecía en EEUU la genial The Wire. Ambientada en los barrios bajos de Baltimore, la serie recrea, a lo largo de cinco temporadas, las miserias del tráfico de drogas en esta ciudad norteamericana, centrándose en las intervenciones telefónicas judiciales encomendadas a un peculiar grupo policial. Es importante subrayar la perspectiva realista que la serie trasmite a los espectadores, una lograda visión panorámica en la que se observa cómo distintas instituciones (el sistema educativo, departamentos de homicidios, comisarías locales, medios de comunicación, etc.) despliegan diversas estrategias y relaciones de poder con las que se pretende disciplinar a la sociedad[4]. Y todo esto en el contexto de una crítica genial al fracaso del capitalismo postindustrial estadounidense durante la era de Reagan.

Pero pasemos ahora de los casos de ficción al ámbito de la política real para seguir analizando la relación entre las “cloacas del Estado”, el tráfico de drogas y el conjunto de instituciones involucradas en el mismo. Seleccionaremos tan solo dos ejemplos, suficientemente heterogéneos entre sí:

En primer lugar, aludiremos al famoso escándalo conocido como Irangate. Durante el mandato de Reagan (concretamente durante los años 1985-1986), el gobierno norteamericano vendió secretamente armas a Irán. El dinero obtenido fue empleado para financiar a los contras nicaragüenses, con el objetivo de derrocar al movimiento sandinista, encabezado por Daniel Ortega desde 1979. En el desarrollo de la operación, el gobierno USA estableció negociaciones con los Cárteles de Nicaragua. Dichas negociaciones consistían en que el gobierno norteamericano permitía la introducción de droga en su territorio, a cambio de que los narcos financiasen directamente a los contras. En 1987, el informe del Congreso estadounidense sobre el Irangate concluyó que la responsabilidad final de los sucesos investigados recaía sobre el presidente Reagan, lo que supuso un duro golpe a su gobierno y el fin de la carrera del coronel North, miembro destacado del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU. Pero aún hay más. En 1996, el periodista Gary Webb publicaba en el San Jose Mercury News  unos documentos que vinculaban la introducción del crack en California con las guerrillas contra, financiadas- como hemos señalado- por la administración Reagan a través de los narcotraficantes[5].

¿Y en nuestro país? Citemos un caso relativamente reciente. De todos es conocido el ”book” de fotos de Feijóo con Marcial Dorado; el primero actual presidente de la Xunta, el segundo distinguido narcotraficante, capo del tabaco en Galicia y actualmente presidiario[6]. Estas fotos fueron tomadas hace algunos años, en 1995, cuando Feijóo era número dos de la Consejería de Sanidad. Obviamente, no sabemos lo que se habló en ese yate, pero quizás saliera a la palestra un siniestro personaje: José Manuel Romay Beccaría, Secretario General de Sanidad durante el Franquismo, vicepresidente de la Xunta, diputado por Alianza Popular, Consejero en los gobiernos de Fraga, Ministro de Sanidad con Aznar, presidente de la Comisión de Justicia e Interior, presidente del Consejo de Estado y hoy tesorero nacional del Partido Popular, en sustitución del corrupto Luis Bárcenas. ¡Casi nada! Una de las Consejerías que ocupó Becaría en Galicia fue la de Sanidad. Cuando estuvo al frente de esta se rumoreó la posible existencia de negocios con Marcial Dorado. El caso se complicó más ya que su chófer, Manuel Cruz, fue condenado por ser testaferro de Dorado. ¿Quién era Manuel Cruz? Militante del Partido Popular y amigo de Feijóo, combinaba su trabajo de chófer de destacados políticos gallegos con los negocios. Gracias a éste Dorado pudo suministrar petróleo a hospitales de la región. Un accidente de coche, calificado como extraño por algunos medios, acabó con su vida, dejándonos de esta manera sin uno de los principales testigos de toda esta trama de turbios asuntos[7]. Pero en el barco no sólo se encontraban Dorado y Feijóo. En las fotos también podemos comprobar la presencia de María Xosé Alende Maceira, por aquel entonces responsable de sanidad de la federación gallega de Comisiones Obreras, y que mantenía una relación sentimental con el actual presidente de la Xunta. Años después, Alende fue ascendida al puesto de secretaria general de la Federación Estatal de Sanidad del sindicato[8]. Todo ello gracias a la inestimable ayuda de José María Fidalgo, aquel médico traumatólogo que fue secretario general de Comisiones Obreras, entre el 2000 y el 2008, y al que hoy se le ve de la mano de Unión, Progreso y Democracia, presentando libros de la Fundación Faes- presidida por el neoliberal expresidente del gobierno José María Aznar- y vinculado a esa otra extraña fundación llamada Everis.

En la serie de televisión ya mencionada, The Wire, el detective Lester Freamon repite esta gran frase: “Sigue la droga y encontrarás adictos y traficantes; sigue el dinero de las drogas, y no tienes ni idea de hasta dónde te llevará el caso”. Y es que siguiendo ese rastro Freamon llegaría, en la ficción, hasta promociones inmobiliarias e incluso campañas electorales. ¿Hasta dónde podemos llegar nosotros siguiendo el sabio consejo de Freamon? Volvamos a nuestro último ejemplo: mientras que en 1996 Alende Maceira se convertía en la máxima responsable de sanidad en el mencionado sindicato, Feijóo era nombrado presidente del INSALUD; al mismo tiempo, el Ministerio de Sanidad aprobaba la Ley 15/97 de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud, que supondría el inicio de la privatización sanitaria en nuestro país. Esta normativa sería aprobada con los votos de PP, PSOE, CiU, CC, PNV… y el aplauso de CCOO. Tan solo IU criticaría duramente en el Parlamento su aprobación. Según un informe de 2006, el Partido Popular gallego llegó a recaudar hasta dos millones de euros de manera un tanto “sospechosa”. ¿Supera la realidad a la ficción?

Las instituciones tienen irremediablemente efectos sobre la vida de los individuos. Y muy dramáticamente en los casos de narcotráfico: “tanto si eres un poli, un estibador, un camello, un político, un juez o un abogado, estás en última instancia implicado y debes enfrentarte a la institución a la que te dediques”, resume con acierto David Simon, director de The Wire. Hemos visto la diversidad de agentes envueltos en los negocios reales del narcotráfico: generales, tesoreros, empresarios… (sin referirnos exclusivamente a la policía). Como enseñaba Foucault, el poder es una enmarañada trama de intereses contrapuestos, rivalidades personales y jerarquías institucionalizadas. No existe un único poder centralizado, absolutamente coherente y que actúe como una maquinaria perfecta. En la arena política, unos fracasan para que otros triunfen, unos ganan porque otros pierden; “el poder se encuentra en todos los sitios, porque no se encuentra en ninguno”[9]. Que el lector compare realidad y ficción y que saque sus conclusiones. 



Referencias:

http://www.elmundo.es/espana/2014/09/04/5407703c22601de53d8b459e.html

http://www.lavanguardia.com/libros/20130211/54365291952/juan-madrid-relacion-altos-despachos-bajos-fondos.html

3 Juan Madrid considera que su última novela es una suerte de tragedia griega en la que Liberto Ruano, protagonista principal, lucha en contra de un destino inexorable que al final se verá obligado a aceptar, al igual que Edipo Rey. También The Wire puede concebirse como una tragedia griega en la que, según David Simon (su creador), “las funciones olímpicas las desempeñan las instituciones postmodernas y no los dioses antiguos”. En la reciente Fiesta del PCE, de 2014, Juan Madrid presentó su libro acompañado por el secretario del Partido Comunista de Madrid, Álvaro Aguilera. He aquí la reseña en Mundo Obrero:http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=419

4 Cf. Fuggle, S (2010). Cortocircuitando el juego del poder. The Wire como crítica a las instituciones. En: The Wire. 10 Dosis de la mejor serie de televisión (pp. 143-163) VV.AA. Madrid: Errata Naturae. 

http://disiciencia.wordpress.com/2012/05/05/nicaragua-los-contras-la-cocaina-y-las-operaciones-encubiertas-de-ee-uu/

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/04/02/galicia/1364931622_753684.html

http://elpais.com/diario/2010/05/30/galicia/1275214691_850215.html


http://www.publico.es/actualidad/455406/una-lider-de-ccoo-en-galicia-tambien-estaba-en-el-yate-con-feijoo-y-dorado

9 Foucault, M. (2001). Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza Editorial. Agradezco al amigo y camarada Juan Ponte, secretario de formación del PCA en Mieres, sus comentarios al respecto de la obra de Foucault y la cuestión del poder.