II. Conversión de la plusvalía en capital. (Cap. XXII)

 

 

El análisis de la reproducción capitalista efectuado en el capítulo XXI nos descubrió la esencia de la reproducción capitalista y los nuevos rasgos que adquieren las relaciones de producción capitalistas. Ese capítulo fue un paso ade­lante en el descubrimiento del mecanismo que rige el des­arrollo de la producción capitalista y el carácter transitorio de ese modo de producción. El carácter transitorio del modo capitalista de producción quedó develado al descubrirse el antagonismo creciente de los obreros y capitalistas como clases, así como con la demostración de que el capital como propiedad, creado por el trabajo ajeno, está sujeto a expro­piación.

En el capítulo XXII Marx, al examinar la reproducción am­pliada, da un nuevo paso adelante en el análisis de la repro­ducción capitalista. El objetivo del análisis consiste en es­tablecer cómo en el proceso de reproducción ampliada capitalista se reproduce en escala ampliada el antagonismo entre burguesía y proletariado.

La reproducción ampliada transcurre bajo el capitalismo en base a la capitalización de plusvalía, es decir, de la trans­formación de plusvalía en capital adicional. La acumulación de capital mediante la capitalización de plusvalía, re­viste, al igual que la producción capitalista, una forma mercantil-dineraria; aparece como una serie de actos sueltos y aislados cuyos protagonistas serían un capitalista y un obre­ro. Debido a eso, en la superficie de la producción capita­lista, no es la plusvalía la que aparece como fuente de la acumulación, sino los propios ingresos de los capitalistas, engendrándose la apariencia dé que la apropiación de la cre­ciente plusvalía se realiza en base a la propiedad laboral de los capitalistas sobre el capital adicional. Eso oculta la explo­tación creciente de la clase obrera y el reforzamiento del antagonismo de clases.

El análisis de la naturaleza del capital, es decir, la esencia de la propiedad capitalista, comienza en el capítulo XXI, con el descubrimiento de la naturaleza del capital desem­bolsado.

En el primer epígrafe del capítulo XXII Marx prosigue la investigación de ese problema, pero ya sobre la base del análisis de la acumulación del capital. El examen de la acumulación del capital revela la naturaleza de los capi­tales adicionales que, como plusvalía acumulada, sirve de base y condición para que sus titulares se apropien capital ajeno en escala creciente.

Así, Marx nos descubre el proceso de reforzamiento de la explotación de la clase obrera y el consiguiente proceso de agudización del antagonismo de las clases,

La reproducción ampliada que transcurre como acumulación capitalista, constituye, por una parte, producción ampliada y, por otra, ampliación de las relaciones de producción capi­talistas o incremento de la explotación capitalista. Al estu­diar la reproducción ampliada, en los epígrafes 2, 3 y 5 del capítulo XXII, Marx desenmascara a los economistas bur­gueses que no advierten los dos aspectos de la reproducción capitalista ampliada en su interacción y desarrollo y toman por esencia la falsa apariencia engendrada por la forma mercantil-dineraria que reviste la acumulación,

Marx nos revela el proceso de agudización del antagonismo de las clases analizando los factores que determinan el volu­men de la acumulación, epígrafes 3 y 4 de este capítulo.

 

 

1. Proceso capitalista de producción sobre una escala ampliada. Trueque de las leyes de propiedad de la producción de mercancías en leyes de apropiación capitalista.

 

Al principio del epígrafe Marx indica que es condición de toda producción ampliada la conversión de una parte del plusproducto en nuevos elementos de producción, es decir, en medios de producción y fuerza de trabajo; En ese sen­tido el capitalismo no constituye una excepción.

Mas, bajo el capitalismo cuya producción está sometida al capital y donde el producto adicional es el portador material de la plusvalía, la producción ampliada reviste la forma es­pecífica de reproducción ampliada del capital y se efectúa en base a la conversión de plusvalía en capital.

En el capítulo precedente suponíamos que la plusvalía se destinaba en su totalidad a satisfacer las necesidades perso­nales del capitalista, con lo cual tenía lugar una reproducción simple. Ahora suponemos que la plusvalía no se des­tina al consumo personal del capitalista, sino que se utiliza como capital adicional para ampliar la producción, La conversión de plusvalía en capital es la acumulación de capital. El punto de partida de la acumulación lo consti­tuye la producción de plusvalía. Pero además de la pro­ducción de plusvalía, la acumulación de capital exige otras condiciones.

En primer término, la acumulación de capital presupone la conservación de la producción en la escala precedente. Para ello, el capitalista debe reintegrar el capital desembolsado consumido tanto por su valor como por su forma física.

La reposición de los medios de producción y la incorpora­ción a la producción de fuerza de trabajo mediante la com­pra y venta constituye un rasgo típico de la producción capitalista. Pero su conexión real sólo puede tener lugar a condi­ción de que la producción anual facilite en cantidad y forma física adecuada todos los elementos necesarios para reponer los medios de producción empleados. Esto constituye una premisa general de toda reproducción, independientemente de la forma social que revista. El rasgo distintivo del capitalismo consiste en que la reposición de los elementos mate­riales empleados adquiere la forma de reposición del capital gastado.

Una vez deducida la parte del producto que se destina a reponer el capital, nos queda el producto adicional que con­tiene la plusvalía y que posibilita la producción ampliada, la plusvalía, al ser desembolsada por primera vez como capital aparece en forma de dinero y al igual que todo capital tendrá que ser convertida en elementos de produc­ción, es decir, en medios de producción y fuerza de trabajo adicional también a través del mercado, mediante la com­pra-venta.

Por eso en las relaciones de acumulación de la plusvalía surgen los mismos problemas que en las relaciones de repro­ducción del capital desembolsado: la acumulación desde el punto de vista de su contenido material y desde el punto de vista de las relaciones sociales que reflejan ese proceso, tergiversadas por su forma mercantil.

Al resolver el primero de esos problemas Marx indica que la conversión de plusvalía en capital exige que el producto adicional anual se presente en una forma física que pueda servir de capital: “... sin hacer milagros, sólo se pueden convertir en capital los objetos susceptibles de ser emplea­dos en el proceso de trabajo; es decir, los medios de produc­ción, y aquellos otros con que pueden mantenerse los obre­ros, o sean, los medios de vida.” (Pág. 526.)

            Pero, para emplear esos elementos como capital, la clase de los capitalistas precisa una cantidad adicional de tra­bajo. Este último puede ser obtenido mediante el incrementó extensivo e intensivo de la explotación, es decir, mediante el alargamiento de la jornada laboral y la inten­sificación del trabajo de los obreros ocupados. Caso de que la explotación de los obreros ocupados no pueda ser incre­mentada en el grado requerido, habrá que incorporar a la producción nuevas fuerzas de trabajo.

Marx indica que el propio mecanismo de la producción capi­talista facilita la fuerza de trabajo adicional, al reproducir al proletariado como clase dependiente de un salario, cuyo nivel habitual no sólo cubre su autosostenimiento, sino que también subviene a su multiplicación. Únicamente en tales condiciones puede producirse la acumulación,

Seguidamente Marx pasa a examinar las relaciones de pro­ducción y sus tendencias de desarrollo que reflejan la acu­mulación del capital.

Al abordar ese tema, Marx indica que la forma dinerario-mercantil en que transcurre la acumulación, vela su especi­ficidad y la esencia de las relaciones clasistas que refleja.

Así por ejemplo, la acumulación del capital aparece en la superficie bajo la forma de actos aislados, desvinculados en los que no participan clases, sino trabajadores y capitalistas aislados como contratantes iguales e independientes. Por eso la plusvalía capitalizada, lo mismo que el capital primario desembolsado, aparece como un valor extraído por el capitalista de su propio fondo. De ahí que el capital cre­ciente que se forma en el transcurso de la acumulación capi­talista, aparezca como patrimonio de los capitalistas, sin relación alguna con la explotación de la clase obrera y que por ello, la apropiación de la creciente plusvalía aparezca como un derecho sagrado de los “propietarios del capital”. Así pues, para develar la esencia de la acumulación del capital como proceso de agudización de la explotación de la clase obrera y del antagonismo clasista hay que destruir la falsa idea engendrada por la forma dinerada-mercantil del proceso.

Ante todo, es necesario descubrir la naturaleza de los nue­vos capitales adicionales y de la creciente acumulación de plusvalía que transcurre en base a aquéllos.

En el capítulo XXI se reveló la naturaleza del capital des­embolsado»

Al adquirir con una parte del capital adicional nueva fuerza de trabajo los capitalistas, al decir de Marx, actúan como los antiguos conquistadores que adquirían las mercancías de los vencidos con el dinero que les habían saqueado a estos últimos. El trabajo no retribuido de los obreros ocu­pados anteriormente sirve para dar trabajo a nuevos pro­letarios, que deben producir nueva plusvalía para el capi­talista.

Marx indica que mientras el primer capital adicional surge en base a la capitalización de plusvalía engendrada por el capital inicialmente desembolsado, cuyo origen debe ser develado, y que los economistas burgueses toman como va­lor, acumulado por el propio trabajo del capitalista, el segundo capital adicional aparece ya como capitalización de plusvalía producto del primer capital adicional cuyo origen como plusvalía acumulada es bien conocido. El tercer ca­pital adicional surge en base a la capitalización de plusvalía producida por el segundo capital adicional, etc. De allí se desprende que una parte cada vez mayor del capital en fun­ciones en el curso de la acumulación no es más que plusvalía acumulada. Al propio tiempo el capital inicialmente des­embolsado, cuyo origen debe ser ahora explicado, deviene en el transcurso de la acumulación capitalista una magnitud constantemente decreciente con relación al capital en fun­ciones.

Eso puede ser ilustrado en el siguiente ejemplo: supongamos un capital desembolsado de 1.000 libras esterlinas y que anualmente se incorpora al mismo un capital adicional de 200 libras esterlinas,

Al cabo de diez años el capital se habrá elevado a 3,000 libras, de las cuales corresponderán al capital inicialmente desembolsado sólo una tercera parte, a los veinte años una quinta parte, a los cincuenta una onceava parte, etc. Si tomamos en consideración que en la práctica el volumen del capital aumenta también mediante la acumulación de plusvalía producida por los capitales adicionales, resultará evidente que la parte del capital inicialmente desembolsa­do, en el conjunto del capital en funciones, habrá de ser insignificante. Así pues, no es el trabajo de los capitalistas, sus ahorros y abstinencias, sino el trabajo de los obreros asalariados que se apropia la clase capitalista, lo que sirve de fuente de los capitales en funciones.

Al desentrañar la naturaleza de los capitales adicionales y su importancia en la producción capitalista, Marx destruye la falacia de las “teorías” burguesas sobre el derecho del trabajo de los capitalistas a apropiarse la plusvalía. La acumulación creciente de plusvalía se lleva a cabo en base a la propiedad de los capitalistas sobre los capitales, pero estos últimos son resultado del trabajo pretérito no retribuido de los obreros.

El descubrimiento de las verdaderas relaciones que existen entre obreros y capitalistas conduce a la conclusión de que el cambio equivalencial entre ambas clases no es más que una apariencia.

“La operación constante de compra y venta de la fuerza de trabajo no es más que la forma. El contenido estriba en que el capitalista cambia constantemente por una cantidad ma­yor de trabajo vivo de otros una parte del trabajo ajeno ya materializado, del que se apropia incesantemente sin retri­bución.” (Pág. 529.)

Pero el cambio no equitativo entre las clases transcurre en esencia observando en cada operación aislada de compra­venta las leyes de la circulación mercantil.

A primera vista esto es un problema insoluble. Sin em­bargo, fue resuelto por Marx al descubrir una mercancía singular, la fuerza de trabajo, cuyo movimiento, como es sabido, está supeditado a las leyes generales de la circula­ción mercantil. Lo específico de esta mercancía consiste en su propiedad de crear mayor valor de lo que cuesta. Pero esa propiedad de la fuerza de trabajo surge en la pro­ducción y no en la circulación.

Con la aparición de la mercancía fuerza de trabajo la pro­ducción mercantil asciende a su forma suprema: la produc­ción mercantil capitalista. Simultáneamente a eso la pro­piedad y la apropiación basada en el trabajo del productor se transforma en propiedad privada capitalista y en apropia­ción capitalista, no basada en el trabajo propio, sino en la explotación de trabajo ajeno.

La producción capitalista surgida de la producción mercan­til, llega a negar la base que le dio vida.        

“Al paso que esta producción se desarrolla, obedeciendo a sus propias leyes inmanentes, para convertirse en produc­ción capitalista, las leyes de la propiedad inherentes a la producción de mercancías se truecan en las leyes de apro­piación del capitalismo." (Pág. 533.)

Al descubrir la contradicción entre la propiedad privada basada en el propio trabajo del productor y la propiedad privada capitalista, basada en la explotación de trabajo aje­no, Marx muestra la total inconsistencia y el carácter feti­chista de las teorías de los economistas burgueses que no pasaron más allá de la forma dineraria-mercantil de las relaciones económicas y que enfocan las relaciones de pro­ducción capitalistas únicamente como relaciones mercan­tiles.

En el capitalismo no se enfrentan individuos aislados, inde­pendientes y jurídicamente iguales, sino la clase obrera y burguesa clásica en punto a la interpretación de la repro­ducción ampliada o acumulación del capital.

 

 

2. Falsa concepción de la reproducción en escala ampliada, por parte de la economía política.

 

Una vez mostrada la incrementación de la explotación capitalista y la agudización del antagonismo clasista que transcurre en base a la capitalización creciente de plusvalía, el análisis de la acumulación del capital deberá enfocarse hacia los factores que determinan esa acumulación, por cuanto sólo a través de ellos se puede develar el propio desarrollo de la acumulación.

Pero Marx indica que antes de pasar a examinar esos factores es preciso aclarar los errores de la economía política burguesa clásica en punto a la interpretación de la reproducción ampliada o acumulación del capital.

Marx señala en primer término lo positivo que aportó la economía política burguesa clásica en la aclaración del problema de la acumulación de capital. Los clásicos bur­gueses tenían razón al subrayar como aspecto caracterís­tico del proceso de acumulación el consumo del plusproducto por los obreros productivos. Sin embargo, Smith presenta erróneamente la acumulación como el empleo de todo el plusproducto para el consumo personal de los obreros pro­ductivos, es decir, examina la capitalización de plusvalía como su simple transformación en fuerza de trabajo. Para Smith, y tras él para Ricardo, resulta que la plusvalía capi­talizada se transforma íntegra y exclusivamente en capital variable.

A tenor con ese análisis radicalmente falso, Smith llega a (conclusiones absurdas, sosteniendo que mientras el capital (individual se divide en constante y variable, el social está formado exclusivamente por el capital variable, ya que todo él se dedica al pago de salarios. En la nota 16 de este epígrafe Marx indica que la ilusión de Smith está ligada al (“dogma verdaderamente fabuloso” que sostiene que el precio de las mercancías estaría formado por el salario y la plusvalía o, como dice Smith, por. el salario, la ganancia (el interés) y la renta del suelo. Así pues, Smith pres­cinde del capital constante como parte del valor de las mer­cancías.

Marx subraya la inconsistencia de esa tesis. La plusvalía capitalizada, al igual que el capital inicialmente desembolsado, se transforma en capital constante y variable. La fuerza de trabajo es la forma de existencia del capital varia­ble en los procesos de producción donde la fuerza de trabajo es empleada por los capitalistas. Ese consumo puede rea­lizarse siempre que existan medios de producción que serán empleados por los obreros en el proceso de trabajo. Smith “demuestra” del siguiente modo su tesis de que el capital social está compuesto exclusivamente de capital va­riable: todo capital se invierte en la adquisición de medios de producción y fuerza de trabajo. Pero los vendedores de medios de producción invierten a su vez una parte del dinero obtenido en la adquisición de fuerza de trabajo y así sucesivamente. Esta serie, según Smith, puede continuarse hasta tanto todo el capital desembolsado no sea invertido en salarios o, dicho en otras palabras, hasta que todo el pro­ducto en que se materializa el capital, no sea consumido por obreros productivos. “Como se ve —escribe Marx— todo el peso de este argumento estriba en las palabras y así sucesivamente”, palabras que nos mandan de Poncio a Pilatos, como si dijésemos. En efecto, A. Smith, “pone fin a su investigación allí donde comienza realmente la dificul­tad.” (Pág. 535-536.)

La dificultad real consiste en mostrar cómo transcurre el movimiento del capital social, en el cual el ciclo de rota­ción de los capitales individuales se ensambla y entrelaza. Este problema lo resuelve Marx en el tomo II de El Capital.

La falsa tesis de los clásicos de la economía política bur­guesa según la cual todo el capital acumulado deviene fondo de consumo de los obreros, sirve a la economía política burguesa vulgar para hacer la apología del capitalismo para sostener que la clase obrera está interesada en el incremento de la acumulación del capital ya que eso am­plía su propio consumo.

 

 

 

 

3. División de la plusvalía en capital y renta. La teoría de la abstinencia

 

En el análisis precedente de la reproducción capitalista su­poníamos que la plusvalía sé empleaba íntegramente como fondo de consumo privado de los capitalistas; seguidamente la investigación descansó en el supuesto de que la plusvalía se emplea como fondo de acumulación.

Pero en la sociedad capitalista la plusvalía se utiliza como fondo de consumo del capitalista y también como fondo de acumulación. En este epígrafe, Marx examina las condi­ciones que determinan la división de la plusvalía en fondo de consumo del capitalista y fondo de acumulación.

Una parte de la plusvalía sirve al capitalista como renta, es decir, constituye su fondo de consumo personal.

Otra parte de la plusvalía se aplica como capital, se capi­taliza.

Dada una masa de plusvalía, el volumen de la acumulación estará dado en general por la proporción en que la plus­valía se divide en capital y renta.

Marx indica que esa división la efectúa el capitalista, mas no con arreglo a sus deseos subjetivos. El capitalista es la per­sonificación del capital y su actividad no es más que fun­ción de este último. El leitmotiv de la actividad del capi­talista no es el consumo, sino la acumulación. A diferencia del atesorador cuyo afán de enriquecimiento aparece como manía individual, para el capitalista, el afán de enriqueci­miento es la expresión del movimiento de un mecanismo social, uno de cuyos engranajes lo constituye él mismo.

El desarrollo del capitalismo hace necesario el incremento incesante del capital, condicionado por la concurrencia, cuyas leyes revisten un carácter coercitivo para los capi­talistas individuales. El aumento incesante del capital se logra mediante la acumulación progresiva. Así pues, la acumulación progresiva del capital impuesta al capitalista por la lucha competitiva como ley coercitiva, deviene no solamente una condición para el aumento del capital en funciones, sino también una premisa para su conservación. El capitalista como encarnación del capital se afana por acumular. Pero a medida que se desarrolla el capitalismo y se acumulan riquezas, el consumo privado de los capita­listas, el lujo y el despilfarro se agigantan.

Es más, el desarrollo del capitalismo, impone un nivel condicional de despilfarro como necesidad práctica, que sirve: de ostentación de la riqueza y por lo tanto, como medio para obtener crédito. Así pues, el lujo figura entre los gastos de representación del capital.

Marx describe los cuatro períodos de desarrollo de la in­dustria de Manchester que experimentó la indicada correlación entre consumo del capitalista y la acumulación del capital. Pero todos esos ejemplos palidecen frente, al lujo y el despilfarro de la moderna sociedad capitalista, cuando la masa fundamental de riquezas de los países capitalistas se halla concentrada en manos de un puñado de magnates, dueños de fabulosas fortunas. Así por ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica cada uno de los 75 grandes multimillonarios cuenta con un capital de 75 a 1,000 millones de dólares. La residencia de los Dupont, está valorada en unos 150 millones de dólares.

Las familias plutocráticas de los EE. UU. ofrecen recepciones que demandan un gasto de 75 a 150 mil dólares, Landeberg, en su libro Las sesenta familias de América, cita el ejemplo de una niña de 9 años, hija de una familia de multimillonarios norteamericanos, cuyos gastos persona­les se elevan a 2.487 dólares mensuales, cifra que es más del doble del salario medio anual de un obrero norteame­ricano (los datos se refieren a 1935).

El análisis de la división de la plusvalía en capital y renta sirve a Marx de fundamento para desentrañar el carácter apologético de las teorías burguesas que pretenden ocultar la verdadera fuente de la acumulación del capital, para tergiversar la naturaleza de las relaciones de producción capitalistas. Una de esas teorías es la de la “abstinencia”. Mientras la economía política burguesa clásica, señala Marx, no se engañaba respecto a la fuente de la acumulación y veía en el proletariado una máquina productora de plus­valía, la economía política vulgar presenta la acumulación como resultado de la “abstinencia” del capitalista. La “teo­ría de la abstinencia” inventada por el economista vulgar Nassau W. Sénior, sostiene que la fuente de la acumulación es la “abstinencia” del capitalista de consumir, y no la plus­valía. Según esa teoría no sólo la acumulación, sino tam­bién la autoconservación de los capitales en funciones es fruto de la “abstinencia” de consumir de los capitalistas. Marx muestra la inconsistencia plena y el carácter apolo­gético y vulgar de esta “teoría”. La “teoría de la absti­nencia” descansa en la confusión de la acumulación del capital como forma histórica que reviste la reproducción ampliada bajo el capitalismo con la reproducción ampliada en general. La reproducción ampliada puede tener lugar en las más diversas formaciones socio-económicas, aunque en diferentes escalas. La misma está condicionada por la transformación de una parte del plusproducto en nuevos medios de producción. Pero semejante ampliación de la producción se efectúa no sólo sin la abstinencia del capi­talista, sino incluso sin la participación de éste. El pro­ceso de ampliación de la producción se transforma en proce­so de acumulación del capital sólo en ciertas condiciones, es decir, cuando los medios de producción y de sustento se contraponen al obrero en su forma de capital.

Además, la “teoría de la abstinencia” confunde e identifica la producción de plusvalía con su consumo. El hecho de que el capitalista se “abstenga” de consumir la plusvalía, como afirman los economistas burgueses no modifica el hecho de que la plusvalía es fruto del trabajo de obreros asalariados y que constituye la única fuente de la acumu­lación del capital.

Por último, Marx muestra lo absurdo de la afirmación de los economistas burgueses de que los capitalistas atentan contra su propia carne cuando emplean el plusproducto como capital en lugar de consumir. La forma natural del plusproducto determina su utilización como objeto de con­sumo o medio de producción. Por eso, Marx indica iróni­camente que es un secreto de la economía política vulgar el modo en que el capitalista puede “embutirse” las má­quinas, caballos de tiro, ferrocarriles y otros medios de producción.

En lo que se refiere a la propia “abstinencia”, en realidad, la clase capitalista no se “abstiene” de consumir; por el contrario, es un hecho que el creciente consumo parasitario de los capitalistas deviene un factor de freno de la acumula­ción del capital, factor que acentúa el carácter anárquico y despilfarrador del modo capitalista de producción.

Baste señalar que en los EE. UU. el consumo improductivo de la renta nacional alcanzaba en 1952 al 59.6 por ciento del total. Este año, el 28 por ciento de la renta fue destinado a cubrir el consumo parasitario de los explotadores y sus sir­vientes. Los gastos militares consumieron en 1952 el 23.7 por ciento de la renta nacional, es decir, casi tanto como la suma correspondiente a la clase obrera y a los granjeros trabajadores.

La esencia clasista de la “teoría de la abstinencia” reside en que señala como fuente de la acumulación la “abstinen­cia” de los capitalistas y no la apropiación de plusvalía. De ese modo se niega la explotación de la clase obrera y el aumento del antagonismo clasista.

 

 

 

4. Circunstancias que determinan el volumen de la acumulación independientemente de la división de la plusvalía en capital y renta.

 

En este epígrafe, Marx examina factores concretos que determinan el volumen de la acumulación de capital.

Los factores que determinan el monto de la acumulación de capital son en sí mismos contradictorios, como lo es la pro­pia acumulación. Esos factores determinan, de un lado, el desarrollo de la producción y su creciente efectividad, pero por otro, llevan en última instancia al aumento de la explo­tación de la clase obrera y, por ende, a la agudización del antagonismo de las clases.

Marx examina los factores que determinan la acumulación del capital prescindiendo de la proporción en que la plusvalía se divide en capital y renta e indica que estando dada esa proporción, el monto de la acumulación de capital estará determinado por la magnitud de la plusvalía.

Así por ejemplo, si la proporción entre fondo de acumula­ción y fondo de consumo de los capitalistas es igual a 2:1, cuando la masa de plusvalía sea de £9,000 la acumulación de capital se elevará a £6,000; si la masa de plusvalía se eleva a £90,000 la acumulación será de £60,000. De ahí se desprende que sobre el monto de la acumulación influyen los mismos factores que determinan la magnitud de la plus­valía.

El primero de esos factores lo constituye el incremento del grado de explotación de la fuerza de trabajo. En el aná­lisis de la producción de plusvalía absoluta y relativa Marx analizó ya cómo se aumenta el grado de explotación de la clase obrera y con ello la masa de plusvalía. Pero enton­ces se dio por supuesto que la fuerza de trabajo se vendía por su valor. Esa suposición era necesaria para mostrar la esencia de la plusvalía en base a la ley del valor.

En realidad en la sociedad capitalista el salario desciende por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Ese descenso es de tal entidad que no podemos abstraemos de él al examinar la acumulación del capital que depende de la magnitud de la plusvalía.

La reducción del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo equivale prácticamente a la conversión de parte del fondo necesario de consumo del obrero en fondo de acumulación.

Marx cita ejemplos concretos de reducción del salario de los obreros agrícolas ingleses con respecto al mínimo vital del final del siglo XVIII y principio del XIX.

El desempleo es el factor decisivo que hace descender el salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. La relación causal indisoluble entre el aumento del desempleo y el descenso del salario encuentra confirmación incluso en las estadísticas elaboradas por economistas burgueses. Así por ejemplo, S. Well, en su obra Productividad, salarios y renta nacional aporta las siguientes cifras:

 

Años

% de desempleo

Salario medio (dólares)

1920

10

1.483

1921

27

1.301

1925

14

1.398

1930

22

1.337

1932

43

982

 

 

El mismo efecto surte la discriminación salarial de diversas categorías obreras, la esquilmación del obrero en la esfera de la circulación, etc. Así por ejemplo, en 1950 en los EE. UU. había registrados 3.700,000 trabajadores negros cuyos salarios eran inferiores en 1,186 dólares a la remune­ración media anual de los obreros blancos. Sólo la discri­minación salarial de los obreros negros ocasionó una reduc­ción del fondo anual de salario del orden de los cuatro mil cuatrocientos millones de dólares. Si consideramos además que la discriminación salarial afecta también a las mujeres, braceros agrícolas y otras categorías de trabajadores, resultará evidente cuán abultadas son las cifras que los capitalistas de los EE. UU. y de otros países escamotean a la clase obrera del monto de sus recursos vitales. Todo eso muestra que no solamente el plustrabajo es la fuente de la acumulación capitalista, sino también el trabajo necesario, es decir, una parte del valor de la fuerza de trabajo.

El incremento desenfrenado de la intensidad y extensión (duración en el tiempo) del trabajo desempeñan un impor­tante papel en el aumento de la acumulación de capital. La prolongación de la jornada y la intensificación del tra­bajo suponen un incremento del trabajo invertido, que no es producto del aumento de los obreros ocupados, sino tra­bajo adicional extraído a los mismos obreros. El empleo de ese trabajo adicional reclama gastos suple­mentarios en materias primas, materiales auxiliares, así como un cierto incremento de los salarios, aunque no aca­rrea ninguna inversión adicional en máquinas, equipos, etc. Por tanto, la intensificación del trabajo y la prolongación de la jornada permiten a los capitalistas apropiarse una determinada cantidad de trabajo vivo sin inversiones adi­cionales en máquinas, instalaciones, etc.

Con la intensificación del trabajo, de tener lugar un aumen­to de los salarios, siempre será de menor cuantía que la masa de trabajo invertido, es decir, que la intensificación del trabajo acarrea una economía de capital constante y también de capital variable.

La importancia de la intensificación del trabajo como factor de la acumulación aumenta .con el desarrollo del capita­lismo. En su artículo “Un sistema ‘científico’ de exprimir el sudor”, Lenin cita un ejemplo de aplicación del sistema de Taylor con un aumento de los salarios en un 63 por ciento (solamente al principio), que reportó un aumento de la intensidad del 270 por ciento.

“Y el resultado es que en las mismas 9 ó 10 horas de su jornada obtienen del obrero el triple de trabajo, agotan despiadadamente todas sus fuerzas, exprimen con tripli­cada velocidad cada gota de energía nerviosa y muscular del esclavo asalariado. ¿Qué morirá antes? ¡Hay muchos que están esperando en la calle!...”[1]

Así pues, el incremento del grado de explotación en el pla­no en que lo enfoca aquí Marx, supone un aumento de la acumulación de capital que no es consecuencia del progreso técnico y del desarrollo de las fuerzas productivas, sino mediante la usura desenfrenada de la fuerza de trabajo, principal elemento de las fuerzas productivas. En esto se manifiesta con particular evidencia la naturaleza antagó­nica de la acumulación capitalista.

Otro importante factor de la acumulación es el grado de productividad del trabajo social. El incremento de la pro­ductividad del trabajo se manifiesta en el aumento de la cantidad de productos fabricados en unidad de tiempo. Con ello el valor creado se distribuye entre una cantidad mayor de mercancías, resultando un descenso del valor unitario de éstas. La reducción de valor de las mercancías que en­tran en el consumo del obrero, acarrea una disminución del valor de la fuerza de trabajo.

“...Al crecer la productividad del trabajo, crece también, como veíamos, el abaratamiento del obrero y crece, por tanto, la cuota de plusvalía, aun cuando suba el salario real.” (Página 549.)

Debido a eso, el mismo capital variable podrá adquirir ma­yor cantidad de fuerzas de trabajo y explotar, por tanto, más trabajo. Además, el incremento del rendimiento del trabajo social hace que el mismo capital constante se tra­duzca ahora en más medios de producción.

El aumento de la productividad del trabajo social hace que una magnitud dada de valor-capital ponga en movimiento masas crecientes de trabajo vivo y materializado.

Hasta aquí Marx examinó el aumento del rendimiento del trabajo como factor de acumulación de capital adicional.

Mas este factor de acumulación opera también con respecto al capital inicial en funciones.

A medida que se desgasta el capital en funciones va siendo renovado, sustituido por nuevos ejemplares, más produc­tivos y proporcionalmente más baratos. El viejo capital se reproduce sobre una nueva base técnica y funciona con mayor eficiencia. Marx subraya que el capital aprovecha el desarrollo de la ciencia y de la técnica, con lo cual ad­quiere la posibilidad de una ampliación y acumulación superior al incremento experimentado por el monto del capital.

Bajo el capitalismo el aumento de la productividad del tra­bajo se expresa en el incremento de la parte de trabajo cristalizado, es decir, de la masa de viejo valor-capital que los medios de producción transfieren al producto. Marx ilustra esta tesis comparando el trabajo de dos hilanderos, uno inglés y otro chino, durante el mismo período. Traba­jando igual número de horas, con idéntica intensidad, pro­ducirán valores de igual magnitud pero, sin embargo, el obrero chino, por ejemplo, elaborará en un telar manual una libra de algodón, mientras que el inglés elaborará a máquina cientos de libras de algodón. La suma de valo­res incorporados al producto por el obrero británico será cien veces superior a la incorporada por el obrero chino. En este ejemplo Marx muestra el creciente papel del tra­bajo materializado en el proceso de producción. El trabajo materializado en los medios de producción es un factor de desarrollo de la producción y de aumento del rendi­miento del trabajo. Pero bajo el capitalismo el trabajo materializado funciona como capital y por ello el aumento del rendimiento del trabajo social constituye un factor de incremento de la acumulación de capital.

Para que el valor-capital, materializado en medios de pro­ducción, pueda funcionar constantemente como capital, es preciso reproducirlo, es decir, conservarlo.

El trabajo de los mismos obreros cumple esa misión; ese trabajo no solamente puede crear nuevo valor, sino tam­bién conservar el antiguo transmitiéndolo al producto. El antiguo valor-capital, conservado por los obreros, se reen­carna en nuevos medios de producción que por ser más per­fectos, sirven para intensificar la explotación de los obre­ros y la acumulación de capital.

Por tanto, el incremento del rendimiento del trabajo social, al actuar como factor de acumulación del capital, acarrea una agudización del antagonismo clasista.

El tercer factor de acumulación del capital indicado por Marx, es el aumento de la diferencia entre el capital em­pleado y el consumido. En rigor, se trata de la parte del capital constante representada por los medios de trabajo. Marx entiende por capital empleado todo el capital que entra en el proceso de producción. Una parte de este capi­tal, la representada por primeras materias, materiales auxi­liares, etc., se consume íntegramente en cada proceso de pro­ducción. Por el contrario, el capital constituido por los medios de producción —máquinas, equipos, etc.— que par­ticipa íntegramente en cada proceso de producción se gasta, es decir, se consume parcialmente. Por eso surge la dife­rencia entre el capital empleado y el consumido. Supongamos, por ejemplo, que el capital empleado en medios de trabajo alcanza £100 y que su desgaste anual es de £10.

La diferencia entre el capital empleado (100) y el consu­mido (10) será de £90.

Como tales, los medios de trabajo participan íntegramente en la producción transmitiendo al producto su efecto útil. Esa utilidad de los medios de trabajo tiene lugar indepen­dientemente del hecho de que transmitan o no su valor al producto. Bajo el capitalismo, el efecto útil de éstos no aparece como cualidad del trabajo pretérito materiali­zado en medios de producción, sino como propiedad inhe­rente al capital.

Marx dice que si prescindimos del valor que los medios de trabajo transfieren al producto en cada acto productivo, resultará que operan gratuitamente como las fuerzas de la naturaleza. Cuanto menor sea el valor de esos medios de trabajo que se transfiere al producto, tanto más produc­tivos serán y tanto más se asemejarán a las fuerzas de la naturaleza. “Este servicio gratuito del trabajo pretérito, cuando el trabajo vivo se adueña de él y lo anima, se acu­mula conforme crece la escala de la acumulación.” (Pági­na 552.)

A medida que crece la acumulación y la escala de produc­ción, aumenta también la diferencia entre el capital empleado y el consumido y, por ende, los servicios gratuitos del trabajo pretérito, es decir, el efecto útil del trabajo, que aprovecha el capitalista para acumular más.

Por último, otro factor determinante de la escala de acu­mulación de capital, lo constituye la magnitud del capital desembolsado. Dado un grado de explotación de la fuerza de trabajo, la masa de plusvalía estará determinada por el número de obreros explotados simultáneamente y ese nú­mero de obreros ocupados dependerá, en condiciones dadas, del monto del capital variable.

: Dada la proporción en que el capital se divide en constante y variable, su magnitud global condicionará la cuantía de la parte dedicada a adquirir fuerza de trabajo. De ahí se desprende que el volumen de la plusvalía y por lo mismo, el monto de la acumulación de capital, dependerán de la magnitud del capital desembolsado.

El examen de los factores que determinan el monto de la acumulación de capital, muestra que todos coadyuvan en última instancia al incremento de la plusvalía producida por la clase obrera, es decir, al aumento y reforzamiento de la explotación del proletariado.

 

 

5. El llamado fondo de trabajo.

 

Tras el movimiento del capital se encuentran clases cuya situación bajo el capitalismo, varía a medida que crece la acumulación de capital. El análisis de la acumulación de capital nos mostró que las relaciones de producción capita­listas se reproducen constantemente, en su esencia antagó­nica, en escala ampliada. La agudización del antagonismo clasista conduce a la lucha abierta de la clase obrera contra la explotación capitalista. Y cuando el proletariado irrum­pe en formación desplegada en la palestra política, surge la economía política burguesa vulgar, que al renunciar a todo análisis de la vida real, se fija como meta exclusiva la de­fensa del capitalismo, la apología del orden burgués.

En este epígrafe, Marx muestra la plena inconsistencia y el carácter apologético de una teoría de los economistas vul­gares, la del “fondo de salarios” o “fondo de trabajo”. Marx escribe: “La economía clásica gusta siempre de concebir el capital social como una magnitud fija, con un grado de ac­ción concreto.” (Pág. 554.) El análisis precedente mostró que la magnitud del capital y la eficiencia de su acción fluctúan constantemente.

Ese postulado de la economía clásica burguesa que Marx califica de prejuicio se convierte en dogma con la economía política vulgar, cuyos portavoces (Bentham, Malthus, J. Mill, Mc Culloch, etc.) presentan, con fines apologéticos, al capi­tal variable, es decir, a la parte del capital que se transforma en fuerza de trabajo, como una magnitud inmutable.

Los economistas vulgares sostienen que la masa de medios de sustento necesarios para atender el consumo de la clase obrera, representada por el capital variable, (el llamado fondo de trabajo) es una parte completamente disociada del capital social, cuya magnitud es invariable al estar deter­minada por las fuerzas de la naturaleza.

Sobre esos cimientos los economistas burgueses pregonan la inutilidad de la lucha de la clase obrera por aumentos sala­riales. Es más, tratan de demostrar que las mejoras sala­riales no hacen más que perjudicar la acumulación, menos­cabando por tanto, los intereses de la clase obrera.

Las diversas variantes de la teoría del “fondo de trabajo” adquirieron gran difusión en la economía política burguesa revisionista. Los economistas burgueses contemporáneos utilizan la teoría del “fondo” para explicar las causas del desempleo —como es el caso del inglés Pigou— o para decir que si bien esa “teoría” ha perdido su significación en lo que se refiere a los países capitalistas desarrollados, la con­serva para aquellos otros subdesarrollados. Por esa razón aumenta la importancia de la crítica de esa teoría que hace Marx en este epígrafe.

Marx muestra en primer término que la realidad del mundo capitalista desenmascara esas teorías, ya que si la magnitud del capital variable permanece estable no pueden darse expansiones y reducciones de la producción capitalista, ni tampoco la propia acumulación de capital.

Además, las fluctuaciones del capital variable pueden resul­tar de cambios en el precio del trabajo, del grado de explo­tación de la fuerza de trabajo, de mutaciones en la propor­ción capital constante-capital variable y por efecto de la acción de otros muchos factores. Los economistas burgueses sostienen que el fondo de tra­bajo es una magnitud natural, inmutable en todas las socie­dades, cuando en realidad está determinada por el modo capitalista de producción.

Marx muestra que la clase obrera puede, con una lucha por­fiada, aumentar su fondo de consumo mediante la reduc­ción del despilfarro y el lujo de los capitalistas. Es impor­tante subrayar esto último, porque muchos ideólogos burgueses y revisionistas sostienen que Marx negaba la sig­nificación y oportunidad de la lucha económica de la clase obrera, especialmente, aquella enfilada a arrancar mejoras salariales.



[1] V. I. Lenin “Un sistema ‘científico’ de exprimir el sudor”, Obras Completas, tomo XVIXX, pág. 584, Ed. Cartago, Bs. Aíres, 1980. (N. de la E.)