I. Introducción: clase obrera, sindicalismo y movimiento obrero sindical

 

El objetivo fundamental de esta exposición, es el de definir las grandes líneas maestras, los principios fundamentales del Movimiento Obrero Sindical. Pero se trata de un movimiento sindical que parte de una historia concreta y de una práctica social determinada. Por ello será obligado hacer referencias a sus orígenes, en la historia de nuestro movimiento obrero. Ahora bien, para centrarnos en el objeto de este estudio y tratar de ser breves, tendremos que pasar de puntillas, rápidamente, sobre hechos históricos que se tratan am­pliamente en multitud de libros y que aquí tendrán que ser resumidos al extremo.

Es necesario pues pedir disculpas, si ciertos temas no se explican de manera amplia o si les falta claridad. Confiamos en que la iniciativa de cada uno añada y complete lo que crea oportuno.

Los dos elementos esenciales que definen a una cla­se social son el papel que ocupa en la producción y en las relaciones de producción. Cada clase está constitui­da por el conjunto de gentes que juegan un papel si­milar en la producción y se sitúan, en relación con otros hombres, en idénticas condiciones. Esta es una definición que no tiene en cuenta las concepciones po­líticas, ideológicas o religiosas de los hombres, ni tam­poco la conciencia que ellos puedan tener o no de per­tenecer a tal o cual clase social. Está claro que estos elementos políticos, ideológicos o religiosos, tienen gran importancia, pero en lo fundamental no modifican la naturaleza de las clases en que está dividida la so­ciedad. Esto no quiere decir que podamos infravalorarlos, ya que, como veremos después, dada la importan­cia que tienen, consideramos que es necesario respetar las diferentes concepciones políticas, ideológicas o re­ligiosas que puedan existir en el seno del movimiento obrero.

En lo esencial, desde el punto de vista de las clases, podemos considerar que son trabajadores el conjunto de hombres y mujeres que, desprovistos de medios de producción de cierta importancia, están obligados a vender su fuerza de trabajo —sus brazos y cerebros— a los capitalistas por un salario.

Es entre las dos clases fundamentales de la socie­dad, la de los propietarios de los medios de producción y la de los asalariados, entre las que el conflicto y la lucha son permanentes, cuyas contradicciones son tan irreductibles, como antagónicos son sus intereses.

Precisamente lo que nos proponemos aquí es defi­nir cuáles son los principios que, a través de la histo­ria del movimiento obrero en nuestro país, han venido destacándose como los fundamentales para organizar, unir y defender los intereses de la clase obrera y de la mayoría de la sociedad, en contra de los intereses de la clase capitalista.

La fuerza básica de la clase obrera, de los trabaja­dores, radica en su número y en el papel determinante que juegan en la producción. Las luchas de los traba­jadores son más eficaces si consiguen arrastrar a la inmensa mayoría y no solamente a una minoría de sus miembros que, a sí mismos, se consideran los más activos, conscientes y combativos. Esta lucha masiva es posible, a pesar de la diversidad de opiniones, pues­to que los asalariados son explotados en conjunto por la clase capitalista y sus intereses son por tanto comu­nes. Su unidad es realizable y además necesaria, para defender sus reivindicaciones de clase.

El Movimiento Obrero no sólo es el movimiento sin­dical, sino que de él forman parte también los partidos obreros, los sindicatos, las sociedades mutuas e incluso hasta las deportivas obreras. Pero aquí, en lo funda­mental, nos vamos a referir al Movimiento Obrero Sin­dical. Asimismo distinguiremos éste del sindicalismo.

El sindicalismo supone una concepción determinada de la sociedad y del Estado y, en definitiva, es una teo­ría política cerrada, que, si bien se ha basado en los sindicatos y en su papel a lo largo de la historia, im­plica una concepción mucho más estrecha y limitada de lo que es el Movimiento Obrero Sindical, de masas, unitario, de clase, democrático e independiente, a cu­yos orígenes y principios básicos vamos a referirnos.